Pueblo de luna
Carromatos y caravanas se situaron en torno a la hoguera y esperaron en silencio sepulcral mientras los gitanos bebían y las mujeres danzaban en torno al fuego. Corrían los niños entre sus faldas cuando el viento les arremolinaba el pelo. Hablando con la luna, las mujeres pedían deseos.
Tibias fueron las primeras melodías al salir de la boca de los gitanos. Se alzaron luego, rompiendo contra el fuego y avivando las llamas en el centro de los carromatos. Recelosos las miraban ellos cuando instaron a sus hijos a tirar, ramas, palos y hierbajos. Mientras bailaban con sus hijos las madres de los gitanos.
Les sonreía la luna y gritaban de horror los borrachos. Solo quedó ceniza donde estuvieron los carromatos.
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