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La mar, la mer, sea, el mar

16 de Mayo del 2016 - José Manuel Alonso Blanco (Oviedo)

El hombre primitivo de Tito Bustillo tenía una economía (si es que en esa época podemos hablar de ella) de autoconsumo.

Si cazaba animales, comía. Cuando el alimento era escaso pasaba hambre. Por eso la importancia de tener reservas de grasa en el cuerpo. Así se soportaban mejor las hambrunas.

Quien dirá que el estar un poco gordo era positivo en aquella época.

Actualmente la obesidad es uno de los problemas de nuestra sociedad.

Supongo que además de cazar, pescaría, recolectaría moluscos y frutas, etcétera.

Los estudios de rabiosa actualidad nos dicen que la mutación de un gen que codifica la uricasa ayudó a convertir el azúcar de la fruta (fructosa) en grasa, lo que permitió a estos simios sobrevivir a las hambrunas.

Dicha mutación predispone a los humanos actuales a la obesidad y a la diabetes. Para prevenir esas enfermedades deberemos consumir menos fructosa.

Posteriormente, dicho hombre primitivo fue evolucionando sus utensilios de caza y pesca. Con el tiempo los fue perfeccionando.

Se instaló en las desembocaduras de los ríos. Empezó a cultivar la tierra y a controlar el tiempo, las estaciones, etcétera.

Pasó del tronco-piragua a otras embarcaciones más evolucionadas.

La pala y el remo eran la fuerza motriz que impulsaba dichos artilugios.

La diferencia entre ambos radica en una cuestión de física.

La pala, utilizada en el Descenso Internacional del Sella, no tiene ningún punto de apoyo. El remo sí lo tiene. Ésta es la diferencia fundamental, además de otras.

Las traineras siempre fueron importantes en los pueblos marineros. Estaban formadas por varios remeros. Iban a la pesca en la mar. La que llegaba a la rula en primer lugar vendía el pescado más caro.

Por eso los remeros profesionales tenían que ser jóvenes y de buenos brazos, para hacer la embarcación rápida.

Hace años que todo cambió con la máquina de vapor de Watt.

Hoy día, las traineras, con gran implantación en el País Vasco, compiten unas con otras deportivamente, por ejemplo en la bandera de La Concha. Hay pasión, retransmisiones radiotelevisivas, apuestas, numeroso gentío con los colores de su trainera (ésta va asociada a su pueblo marinero). Se paga por acceder al muelle para ver la competición.

Es como el fútbol, con sus hooligans. Hay fichajes de remeros, cantidades importantes de dinero, etcétera.

Mi mujer y yo, estando un septiembre en San Sebastián (Donostia) vimos la famosa bandera de La Concha. Después de pagar nuestro acceso al espectáculo, es decir, al muelle, estuvimos al lado de unos señores que traían radio, pero el locutor hablaba euskera y no nos enterábamos de nada. Cambiamos de ubicación y nos situamos al lado de un transistor que radiaba la carrera en castellano. También teníamos aficionados que eran “catedráticos del mundo de la trainera”. Así nos enteramos de todo.

Acabada la carrera, ya por la tarde-noche, fuimos al pueblo del vencedor, que era Pasajes de San Pedro, el cual llevaba camisetas moradas. La fiesta era espléndida. Como si un equipo asturiano ganara la Champions.

En el otro pueblo, al otro lado de la ría, es decir, Pasajes de San Juan, que eran sus rivales, el silencio era sepulcral.

Cosas de los ganadores y perdedores en el deporte, en este caso del minoritario de la trainera.

Quedé impresionado por el espectáculo que vivimos. Parecía el Descenso del Sella, pero con más pasión, aparte de las grandes apuestas que se realizan.

Todo gira entorno a la mar o el mar. ¿Valen las dos denominaciones?, si son válidas, según los filólogos actuales.

Para nacidos a su lado, siempre es “la mar”.

Unos asiduos veraneantes en Ribadesella procedentes de Madrid dicen “el mar”, con un gran respeto.

Yo les comento que la mar es hembra, por lo tanto lo da cuando ella quiere. Se ríen mucho, pero la verdad es que este dios Poseidón nos da la pesca cuando él quiere.

La mar brava es temeraria, algunos humanos la desafían y es cuando ella se cobra su buen tributo.

La naturaleza es sabia y lo mejor es respetarla como se merece.

José Manuel Alonso Blanco

Oviedo

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