Breve escrito sobre la Ascensión
Incompresible. Surrealista. Absurdo. Así me atrevo a calificar lo ocurrido este fin de semana en la antes gran Feria de la Ascensión, organizada este año por el tripartito ovetense. Ojo, cuando digo antes, no me refiero a ediciones pasadas, pues soy el primero que quería que la feria se organizara en el concejo de Oviedo, de donde nunca debió salir, sino a las de hace décadas.
¿Dónde o cuándo se vio que no hubiera ni un solo bar en todo el recinto ferial? Una feria repleta de gente venida de toda España, donde niños, ancianos, tratantes y camioneros como digo venidos de puntos muy distantes de Oviedo, ganaderos y curiosos, no podían ni siquiera beber una botella de agua o comer un pincho.
Mis queridos lectores, podrán pensar, no sin razón, que tal vez esto sea fruto de la improvisación de la organización de esta feria, que tal vez para poder poner un bar haya que ganar un concurso público, una subasta, etcétera, pero, según he entendido, no es así, sino al contrario, varias asociaciones de vecinos, lógicamente de Oviedo, incluso la de Olloniego, solicitaron permiso para instalarse en los terrenos, siendo denegado éste por el Ayuntamiento, que, por lo visto, no quería que la gente saciara su hambre o sed.
Tampoco había puestos ambulantes con panes, churros, helados, embutidos, miel, etcétera, lo tradicional y de toda la vida, ahora parece estar mal visto por nuestros gobernantes, y voy a decir más, y lo digo porque me parece tan de vergüenza ajena que quiero que el resto de la gente lo sepa: hubo vendedores que ante la necesidad de, como todos, sobrevivir y sacar a su familia adelante, paseaban entre los transeúntes ofreciendo bebida, como si estuvieran llevando droga o material robado.
¿Cómo puede ser capaz uno del tripartito, que no voy a nombrar para no darle publicidad, que dijo que con tres salarios mínimos no sería capaz de vivir, de prohibir a gente que trabaja no para vivir, sino para sobrevivir, poner un bar o vender una hogaza de pan?
Sobre las instalaciones, eché en falta alguna carpa o techumbre, para quien vive de verdad del ganado y para los propios animales, no para los encargados de la burocracia que hoy en día acompaña a las reses, que sí disponían de una carpa donde se podía ver a gente que, tal vez por desgracia, no había ido a la escuela cargada con más libros y documentos que un juez o un arquitecto.
El terreno y la zona si bien no eran los más idóneos, fueron suficientes para aparcar los coches y camiones, y las zonas habilitadas para atar al ganado, suficientes, aunque tal vez faltó una zona mejor preparada para facilitar las operaciones de carga y descarga, pero los ganaderos supieron estar a la altura y adaptarse a las circunstancias con gran profesionalidad, sin que fuera imprescindible un muelle de carga fijo o móvil, aunque para próximas ediciones no estaría de más tenerlo.
Lo único bueno de esta edición de la Feria de la Ascensión es, como ya dije, que ésta regresara a Oviedo y que el aparcamiento fue gratuito, no como en Llanera, donde había que hacer una donación -que de donación tenía sólo el nombre- para su Ayuntamiento.
Si bien no soy nadie para calificar o evaluar la feria, si se me preguntara, le daría un suficiente. Espero que en próximas ediciones se vaya mejorando poco a poco y espero que Oviedo no olvide a los ganaderos, único oficio que la gente necesita tres veces al día desde que se nace hasta que se muere.
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