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Partidos políticos

29 de Junio del 2016 - Coro Junquera Lantero (Oviedo)

Por definición son entidades de interés público. De acuerdo en que lo fueron y que tuvieron una trascendencia indiscutible en la democracia española. Primero en la transición y luego en el discurrir de la misma. Pero, me temo que desde hace algún tiempo, atienden más a intereses privados, particulares y funcionan más como empresas que dan empleo que como entidades verdaderamente representativas de la gente de a pie.

Tienen el fin, entre otros, de promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática.

Y aquí es donde está el meollo de la cuestión, porque se han quedado desfasados y sólo responden a sus fieles y a sus clientelismos.

Los ciudadanos españoles ya no necesitamos que nos metan en organizaciones cerradas, compartimentadas, mal gestionadas incluso corruptamente financiadas.

No sé cuál sería su reemplazo, asociaciones más o menos políticas, o qué tipo de organización más adecuada a la sociedad actual es preferible, pero este modelo de partido político ya no es de recibo.

En una especie de locura endógena, ellos, con ellos y por ellos, se montan sus propias conveniencias, en función de atraer más o menos votos, pero no con la mirada puesta en el bien común, social y general, sino pensando en no perder cada uno su escaño correspondiente que dicho sea de paso y tal como están las cosas están excesivamente bien remunerados, no sólo en efectivo sino también en prebendas, durante su ejercicio en activo y posteriormente cuando dejan sus cargos.

Pero hete aquí que si uno mismo tiene que plantear una ley que acabe con estas diferencias de trato y acabar con los privilegios tan lejanos a los que tienen el común de los mortales va a ser difícil que lo consigamos.

Porque yo mismo, diputadito español o senadorcito aragonés, ¿voy a votar en contra de mi jubilación estupendísima y en contra de mi aforamiento y en contra de todo aquello que es increíble que todavía no se haya borrado de nuestro despertar político?

Que un grupo de individuos se organice para representar al resto de los conciudadanos y llevar a cabo conjuntamente las labores de gestión y políticas de todo tipo necesario es pero revisable en sus formas, también.

No podemos seguir manteniendo y cargando a nuestras espaldas todos sus errores, que ya van siendo demasiados.

Financiaciones más que dudosamente lícitas o por lo menos éticas aunque legales (si hacen ellos la ley!!!). Siempre me sorprende ver las deudas de los partidos políticos y de los clubes de fútbol con los bancos, luego vas tú y te van a dejar el dinerito por tu cara bonita.

La sociedad va cambiando, los partidos políticos también, pero a peor. Los ideales con los que nacieron ya sólo figuran en sus estatutos de papel, olvidados, y convendría sacarlos, desempolvarlos y darles una nueva versión acorde con los nuevos tiempos.

Abandonar los intereses personales es fundamental para el buen funcionamiento de un país y dejar los favoritismos y los prebendismos quizá si viéramos al político de turno dejarse la piel por defender ideales y mejoras para todos volveríamos a ser una sociedad con ilusión y eso ayudaría mucho a sacar adelante tantas cosas que están peligrosamente en stand by.

Discursos vacíos de contenidos, poco originales, con una carga de misil dirigida contra el contrincante, con el que luego pactaremos si es necesario en fin, más fundamento, más ideales, más trabajar por los demás, más sentido común, menos intereses personales...

La política debería ser un quehacer ordenado al bien común.

Y para eso necesitamos ya otros modos, otras maneras, otros intereses, otros políticos, otros partidos, otra manera de hacer política más elegante, menos vacía.

Algo que debería salir de la cabeza de nuestros gestores si hace falta con lobotomía es esa creencia de que con el dinero público se puede hacer lo que se quiera, incluso malgastarlo.

Cuidar de lo que los demás depositan en nuestras manos, que es en realidad lo que hacemos cuando dejamos que nos representen ciertas personas en temas fundamentales para nuestra vida cotidiana y de todo tipo, debería ser como cuando te ponen en tus brazos a un recién nacido. Todo el cuidado, todo el mimo, todo el respeto, todo el cariño, toda la dedicación, toda la ilusión, toda la buena intención, toda la responsabilidad, dejar a un lado tu yo y pensar ya sólo en el otro debería ser la prioridad de un político y si no es así habrá que demandárselo.

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