Dayko
El cielo se puso negro / lejano mar precursor / el estallido de un trueno / la centella iluminó.
Comenzaron a llorar / las nubes acongojadas / lágrimas que verterán / muchos ojos, / muchas almas.
Un viejo subía lento / por la estrecha callejuela / con grandes gritos corrían / guardándose de la lluvia / niños que van a la escuela.
El agua arreció de pronto, / el suelo se tambalea / y en roncos gritos de espanto / vieron romperse las crestas / de los montes circundantes; / en telúrica respuesta.
Todo se desmoronaba... / en el suelo se estrellaba / el terrible manotazo / desde el fondo de la tierra / tomaba el infierno el mando.
Gritos de angustia y espanto / confusión... caos... ceguera... / y un perro llamado Dayko / quería salvar... gruñía... / con su instinto solidario.
Infatigable, temblando, / iba arañando las vidas / de los seres que tenía / como sus propios hermanos.
Veinticuatro horas sin pausa / doliente... exangüe... extenuado... / ya Dayko no pudo más, / y sus fuerzas le fallaron.
A pesar de los esfuerzos / con que intentaron salvarlo / el pobre can se murió.
Con esto está demostrado / un enorme acto de amor / que a veces falta en humanos.
Carmina Tapia
Oviedo
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