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Trumbo o la coherencia y la dignidad

13 de Mayo del 2016 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijón)

Los amantes del cine podemos disfrutar en estos días de una magnífica película, sobre los años negros de la persecución macartista en los Estados Unidos de América. La Comisión de Actividades Antinorteamericanas (dependiente nada más y nada menos que del Congreso) extendió sus garras a todas las profesiones y actividades de la vida americana, con especial inquina al mundo de la cultura y dentro de él a la industria del cine.

Dalton Trumbo, uno de los más brillantes guionista, autor entre otros memorables guiones de películas como Spartaco, Vacaciones en Roma, El Bravo...,y director de una las mejores películas de la historia del cine, "Johnny cogió su fusil", sufrió una especial persecución por ser miembro del partido comunista. Transformaron su vida y la de su familia en una verdadera pesadilla, terminando finalmente en la cárcel. Arruinado económicamente y ninguneado en la industria del cine, a pesar de su innegable talento, sobrevivió escribiendo malos guiones por encargo y bajo seudónimos. Nunca renunció a sus principios y a su ideología, manteniendo una coherencia y una dignidad nada frecuente por aquella época en la industria del cine.

Ante la Comisión de Actividades Antinorteamericanas, siempre se negó a contestar a la pregunta de si era comunista o no; básicamente porque dicha Comisión no podía hacerle esa pregunta que pertenecía a su esfera privada y, que por tanto, violaba literalmente la primera enmienda de la Constitución Americana y él vivía en el país paradigma de las libertades y del Estado de derecho. Por ello, paradójicamente, fue acusado de desacato terminando con sus huesos en la cárcel. Eso es lo que yo llamo coherencia y dignidad.

Sorprende, por tanto que, Julio Llamzares, en una columna, de un periódico nacional comparara ésta situación con la que vivían los escrtiores españoles en la época franquista. A Llamazares le llamó la atención que los jóvenes que salían de las salas de cine no dieran crédito a que aquello ocurriera en los Estados Unidos y señala que, "Lo que hubo en España en esos tiempos, sin embargo, ni siquiera les suene a la mayoría. Que escritores como Francisco González Ledesma o Eduardo Guzmán, por poner sólo dos ejemplos, por motivos políticos o económicos trabajaran muchos años escribiendo novelas de quiosco es algo que forma parte de la desmemoria histórica de este país aún a día de hoy mientras nos maravillamos de lo que ocurrió en Estados Unidos por la misma época".

Olvida el articulista que no se pueden comparar las dos situaciones: España vivía una férrea dictadura, donde la mayoria de intelectuales y escritores tuvieron que exiliarse, otros fueron fusilados y los menos sobrevieron como él mismo describe. Esto, por desgracia, es lo que ha ocurrido en todas las dictaduras (Stalin, Hitler, Pinochet, Fidel Castro...) mientras lo que hace especialmente grave e incomprensible es que el marcatismo se produjera en el país supuestamente modelo de libertad y salvaguarda de los derechos humanos. Por ello, Trumbo, actuó como actuó.

Hay una secuencia en la película que resúme lo que estamos diciendo: Trumbo se cruza en prisión con otro preso de "lujo", el mismísimo presidente de la Comisión de Actividades Antinorteamericanas que le había condenado, quien ingresó en prisón por deufradar a Hacienda. El, le comenta a nuestro guionista, "Qué paradoja encontrarnos tu y yo aquí", Trumbo le constesta, "si, pero la diferencia es que tu estas aquí por haber cometido un delito...yo no"

En España, recientemente, la caverna mediática y política con el apyo de la fiscalia de Madrid han protagonizado una de las cacerías a las que nos tienen acostumbrados, penalizar y condenar a la concejala de Podemos en el ayuntamiento de Madrid por unos hechos ocurridos cuando ella tenía 21 años en el interior de la capilla de la Universidad. La concejala habría hecho bien en esperar la sentencia con coherencia y dignidad en lugar de pedir perdón al obispo y arrepentirse de lo hecho. La caverna política continuará con más zaña, si cabe, mientras ella ha perdido la coherencia.

Por mi parte, siempre me negué a visitar los Estados Unidos. Nunca he soportado la idea de tener que contestar a la pregunta (que aparecía en el formulario de entrada a éste pais) de si pertenezco algún partido comunista. Nunca he pertenecido a ese partido político, pero al igual que Trumbo, me niego a contestar a preguntas que pertenezcan a mi esfera privada (orientación sexual, religión, ideología...)

Me cuentan que, al parecer dicha pregunta ya ha desaparecido del formulario de entrada a los Estados Unidos, pero ahora que estoy jubilado, la verdad no se si encuentraré tiempo para visitarlo... me queda tanto por ver y la jubilación me ocupa mucho tiempo.

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