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León, la ciudad amable y cercana

22 de Mayo del 2016 - Carlos Cuesta

Acercarse a León siempre es motivo de satisfacción y afecto. Esta ciudad milenaria, cargada de sensaciones por todo su perímetro urbano, ofrece al visitante infinidad de recursos y ofertas singulares que la convierten en una urbe moderna, abierta y sujeta a la medida humana. En su estrato de ciudad tiene mucho de Asturias en sus venas interiores y es verdad que los asturianos tienen en León su localidad hermana por raíces históricas y por proximidad geográfica. Vivir León siempre es un gusto añadido cuando el viajero astur se deja caer por sus calles, sus plazas o por ese barrio húmedo tan castizo y arrollador. Y en esta ciudad tan acogedora se encuentra uno de los embajadores más preciados para orientar al amigo o al paisano acerca de los entresijos de este burgo viejo y hospitalario. Se trata de Ángel Claudio Villa Paredes, edil en su momento y actualmente mando en plaza dentro del engranaje del Partido Popular municipal. Un asturiano de Sama. Un langreano que lleva casi toda la vida en esta ciudad pero que no olvida su realidad nativa y recordada. Y a modo de cónsul oficioso, Ángel Claudio, Gelín para los íntimos, se encarga de organizar actividades, encuentros y como si de un guía turístico se tratara comienza su danza didáctica y pedagógica sobre la trama de la cuidad, sus monumentos, su cultura ancestral y las nuevas actuaciones referidas a infraestructuras y mejorar en esta urbe enganchada al río Bernesga, ese cauce fluvial que nace en las estribaciones del puerto de Pajares y recorre toda la zona de pastizales y riscos que representan esos bellos entornos de Villamanín y Pola de Gordón para dejarse llevar por su corriente intensa hasta el lugar sosegado de la ciudad de León. Este río montañés y rápido da vida y solvencia medioambiental a su ribera urbana y son muchos los parroquianos y forasteros que disfrutan de un paisaje cómodo, verde y animado por la foresta circundante.

Y Ángel Claudio es feliz cuando llega un asturiano a visitarlo. En estos momentos, con una agenda imposible, no le importa dedicar cierto tiempo a la explicación rápida y efectiva de lo que significa hoy la urbe leonesa. Y si la relación es más próxima siempre queda la visita obligada a la Taberna El Sella, donde el eficaz de Miguel se encarga de ofertar al personal las mejores viandas que produce la tierra de estos pagos. Estupendos vinos Prieto Picudo, Mencías, con el apoyo de excelentes callos a la leonesa, las albóndigas domésticas, los menudillos, la tortilla de la casa, los bocartes al estilo local, amén de otras suculencias. Y en este rincón de amistad y encuentro se encuentra la tertulia más especial y simpática de León. Aquí no faltan ex jugadores de balonmano del Ademar, muchos asturianos, como el Pistolu, empresarios, bodegueros como Carlos del Valle con la nueva bodega berciana Tres esencias, que va a dar mucho que hablar, políticos entregados a la causa leonesa y profesores de Universidad. Un elenco variado donde se discute y se debate de la vida misma y de la realidad urbana leonesa. Y aquí Gelín se erige en animador omnipresente cargado de guasa y retranca astur que hace las veces de moderador exigente mientras se disfruta del aperitivo holgado y se insiste en esa hermandad asturleonesa.

Y León es hoy una ciudad con fuerza estética, bien urbanizada, con sus plazas cuidadas, sus parterres y esas calles peatonales que ofertan realidad, movimiento y prosperidad. Sus emblemáticos edificios como el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial y obra excelsa de Rodrigo Gil de Hontañón -1560-, un arquitecto y proyectista de larga historia técnica. La Casa de Botines, obra de Gaudí y una referencia del modernismo cambiante. Dos inmuebles que en sí mismos dan a León categoría y estilo urbano. Y qué decir de la joya catedralicia con sus vidrieras enamoradas y esa piedra gótica y poética, sin olvidar San Isidoro y todo lo que conlleva ese arte románico y palaciego… Léon, sin duda, engancha y es una capital idónea para saborearla en cualquier época del año, especialmente los fines de semana. Y cuanto más te acercas a León más intensidad adquiere uno en su afecto y gusto porque en su interior visible está ese ambiente de la gente que discurre de un lado a otro, esa hospitalidad que se observa en cualquier esquina, en cualquier rincón del casco antiguo o en las nuevas extensiones urbanísticas, en sus mercados y en las viejas tabernas de ese barrio húmedo que marca la diferencia de una hostelería directa y de calidad. Y si hay que mentar el mundo de la gastronomía hay que probar las especialidades cárnicas de Casa Louzao, una parrilla con buenas sensaciones y los cortes adecuados para que un buen chuletón de vacuno sea providencial y sobre todo el trato en la parrilla donde Marcos se vuelve un maestro de esa especialidad… Y la cecina regional alcanza en este local el delirio, bien cortada, entreverada y equilibrada de gusto. En Casa Rafa, los torreznos con gambas y sus productos leoneses encandilan a un público que gusta de la calidad y la confianza hostelera, y si hay que buscar morcilla Matachana, en Los Cazurros está una de las mejores de la ciudad con historia leonesa en los manteles de papel y madreñas rurales como decoración. En definitiva, León con su carga emocional, su idiosincrasia, sus estupendos inmuebles históricos, su MUSAC, centro de arte moderno, sus establecimientos públicos, Madrid, Ezequiel, Bodega Regia, Lleras…, cumple con la categoría de ciudad histórica, amable, humana, turística, afecta y animada. Y Ángel Claudio, al atardecer, se retira a sus aposentos tras una jornada movida y cultural. Su labor turística con varios amigos asturianos quedó para el recuerdo personal. Y León, a buen seguro, que contenta con todo lo bueno que se habló de ella. ¡No es para menos!

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