Tengo que cambiar para gustarle
Casualmente hoy, cuando iba en el autobús, he escuchado una conversación digna del siglo XIX. Eran dos chicas adolescentes de entre 14 y 15 años, e iban hablando sobre chicos. Algo normal en esa edad y sobre todo comprensible. Las hormonas por ambas partes están totalmente revolucionadas y sus cuerpos empiezan a cambiar, al igual que sus gustos y personalidades, pero he escuchado algo que ha llamado mucho mi atención y sinceramente me ha producido verdadero miedo. Una de las chicas le decía a la otra que le gustaba un chico, algo totalmente inocente, hasta que de su boca han salido las palabras: Tengo que cambiar para gustrale. Mi sorpresa ha sido enorme.
El motivo que ella daba para ese cambio era, que él era un chico que le gustaba mucho la fiesta y que le gustaban las chicas como las que salen en Hombres, mujeres y viciversa. ¡Ya tardaba en salir el dichoso programa!
Mi cara era un poema, no podía creer lo que estaba escuchando. En el 2016, las nuevas generaciones están tirando por tierra todo por lo que hemos luchado, y se lo estamos permitiendo. Estoy harta de programas donde las mujeres y los hombres se exhiben como si fueran ganados, donde la imagen de la mujer se degrada en cada emisión y donde muestran una imagen que no es real de las mujeres. Donde las mujeres se pelean por un hombre, donde se visten cada cual más provocativa para gustarle o le hacen bailecitos para que se fijen en ellas.Por favor! ¿Donde esta la dignidad? ¿Donde esta el limite? Y lo peor de todo es que esto lo emiten en horario infantil, a la hora de comer, a la hora que muchos adolescentes salen del instituto y ven eso en la televisión.
Estamos creando una sociedad retrograda, donde la mujer vuelve ha ser un objeto, donde no se la tiene en cuenta por su inteligencia o valores, sino por estar buena y calladita, porque como demuestres que tienes carácter o tu propia personalidad, eres una marimandona y estas amargada.
Hay que enseñarles que una mujer no necesita vestirse de manera provocativa, ni venderse como si fuera un trozo de carne, y que puede tener su propia personalidad. La gente al final te quiere por lo que eres de verdad, no por lo que aparentas ser, y eso es lo importante. Este tipo de valores se están perdiendo, y lo estamos permitiendo.
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