La piratería de la que nadie habla
Cuando se habla de la piratería hay una tendencia mayoritaria a acusarla de todos los males que sufre la industria cultural: nos envuelve el discurso demagógico de que una descarga se traduce en una venta perdida, pero nunca se se questionan las políticas económicas de las distribuidoras, editoras y productoras.
Nadie habla de los precios abusivos de los productos culturales, de los paquetes de películas que obligan a comprar y a proyectar en las salas de cine, por no hablar de la guerra de derechos de emisión o distribución que a menudo terminan en lo que llamo dictadura de la industria cultural; Si no es rentable económicamente, no interesa ser divulgado.
No somos conscientes de la suerte que tenemos por la presencia de algunos activistas culturales en la red. Personas que de manera altruista nos hacen llegar productos eternamente descatalogados o que nunca han llegado a nuestro país; Que se encargan de compartir películas con buena calidad de imagen para contrarrestar algunas chapuzas "originales" que encontramos en las tiendas; Que ejercen de traductores y subtitulan productos audiovisuales ignorados por la máquina cultural. Pero a pesar de todo, todavía nos atrevemos a tildarlos despectivamente de piratas cuando los principales negreros de la cultura son los que tienen el poder de dictar qué puedes consumir y en qué condiciones. Ellos son el principal muro de contención de la cultura.
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