De alférez provisional a teniente general
Ésta ha sido la trayectoria militar de Sabino Fernández Campo, en dos etapas muy importantes y difíciles, partiendo de una guerra entre hermanos y culminando en un cambio político. Para lo que a otros pudiera resultar un imposible, para nuestro ilustre paisano fue todo lo contrario. Porque su hombría de bien, su rectitud y su lealtad a España, mandara quien mandara en ella, estuvieron por encima de todo y de todos. Fueron su norte, tanto en la vida militar como en la civil, en su no menos leal servicio al Rey, que al final de su mandato como jefe de la Casa Real no correspondió como debiera a tan fiel y honrado servidor.
Y mucho era lo que el Rey debía a Sabino Fernández Campo, en todos los sentidos, librándole de situaciones muy comprometidas, como el 23-F, por ejemplo, y de equivocadas y malas amistades como la de Conde, De la Rosa y Carbajal, alguno de los cuales terminó en prisión. Estas peligrosas amistades fueron un riesgo para la integridad y prestigio de la Corona, riesgo que el Rey no vio pero sí Fernández Campo, cuya lealtad a España y a la Corona han sido de una gran ejemplaridad. Claro, era asturiano.
Quizás algún día, María Teresa Álvarez, periodista y segunda esposa de Sabino Fernández Campo, protagonista éste de tantos hechos y aconteceres militares y políticos en la versión de las dos Españas, se decida a publicar cuanto sabe y conoce de su marido, que buena y documentada herencia escrita le ha dejado. Sí, nadie mejor que ella que, además de esposa, es su mejor fedataria. Creo que entonces se podrán conocer hechos y cosas verdaderamente asombrosos, que a alguno le hará caer de su pedestal y a otros dejará con el trasero al aire.
Sabino Fernández Campo creo que es el mejor ejemplo de reconciliación de las dos Españas, y también el más claro exponente de la verdadera Memoria Histórica, objetiva y conciliadora. Él evitó que el Rey se viera comprometido en el 23 F y que la transición y nuestra debilucha democracia se fueran al carajo.
Sabino Fernández Campo, asturiano, seguirá siempre con nosotros, en el tiempo y en la Historia.
Ricardo-Luis Arias, Aller
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