La UE nos exige nuevos ajustes
Sí, al final habrá prórroga. La Comisión Europea ha decidido no sancionar, por ahora, a España por el flagrante incumplimiento del déficit del 2015, establecido en el 4,2 por ciento y que se ha elevado hasta el 5,1% Esta decisión echa un cable a Mariano Rajoy, que no irá a las urnas con una multa a sus espaldas.
Esta buena noticia hay que agradecérsela especialmente a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, quien ha conseguido imponer su criterio frente a los que ya pretendían multar a España. Juncker es consciente de que, en la actual situación política, con un Gobierno en funciones y en el horizonte las segundas elecciones generales en apenas seis meses, una multa europea que podría ascender hasta los 2.000 millones de euros sería una auténtica bomba que no ayudaría en nada a mejorar la situación. Sin embargo, hay que ser conscientes de que solo es un aplazamiento del problema hasta el mes de julio y que, aunque España aspira a que al final no exista tal penalización económica, es más que posible que ésta sí se materialice.
La salida no tan probable, en la medida en que se advierta un gobierno amigo de la CE es que se pretenda el cumplimiento de unos recortes estructurales de unos 8.200 millones de gasto en dos años. O sea, pasar del 5,1% al 3,7% en este año 2016 y al 2,5% en el 2017 supone ahorrar cerca de 27.500 millones, de los cuales unos 18.000 serían absorbidos por el incremento previsto de la recaudación, gracias a la reactivación económica y el resto correspondería al citado recorte estructural. Son datos a tener muy en cuenta ante la campaña electoral que se avecina.
Por todo lo dicho, es muy extraño lo poco presente que hasta ahora están siendo las cuestiones del déficit y los recortes en las discusiones políticas. En la próxima campaña electoral, los partidos tendrán que explicar abiertamente cómo piensan actuar frente a estos problemas, que deberán estar muy vivos tanto en las propuestas como en los debates. Esconderlos no sería más que una ladina forma de querer engañar al electorado.
Bruselas, con su llamada de atención y sus exigencias, nos despierta de la somnolencia en la que se encuentra instalado nuestro país desde el pasado 20-D y nos recuerda que necesitamos con urgencia un Gobierno que se ponga a trabajar de inmediato en los muchos problemas que nos están aquejando.
Seguros estamos que tras las elecciones, la Unión Europea no se va a dejar engañar fácilmente. Por tanto, será cuestión de cuidar a quién le entregamos nuestro voto.
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