Todos somos Siero
Por si alguien albergara todavía alguna duda acerca de la casposidad de la casta, no tiene más que darse una vuelta por el Ayuntamiento de Siero y esa duda se le despejará inmediatamente sin necesidad de adentrarse demasiado en el espacio gubernativo.
Los que no tenían la menor duda al respecto eran los ciudadanos sierenses que el pasado día 13 se manifestaron frente a la fachada municipal. Pero lo que no podían imaginar es que la pestilencia fuera tan desmesurada e incontenible que acabara filtrándose por el hueco del balcón consistorial y se esparciera hasta las redacciones de la prensa regional travestida de aroma primaveral. Con toda seguridad esa filtración no se habría producido si, como hubiera sido lo normal, ese balcón hubiera estado ocupado por una pancarta denunciando cualquiera de las múltiples injusticias que a diario se cometen: terrorismo machista con su rastro de sangre interminable, golpismo en países latinoamericanos, opresión de pueblos que luchan por su soberanía, violencia terrible de guerras cuya finalidad no es otra que la destrucción y la muerte de seres inocentes, crisis de desplazados por la guerra en Siria, en Colombia, en Sudán, tratado TTIP que amenaza con desencadenar un problema humanitario, político y medioambiental de proporciones colosales. Pero lamentablemente nada de esto parece hacer mella en la insensibilidad de este gobierno local. ¡Qué triste!
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el Ayuntamiento de Siero, aunque por diferentes razones, no había conocido un ambiente tan bochornoso desde los peores momentos del mandato sempiterno de Manuel Villa, aunque a éste jamás se le habría pasado por la imaginación invitar a un personaje como Leopoldo López, del que se ha dicho ya casi todo. El actual regidor, también de izquierdas, evidencia una desideologización más que preocupante, y en su papel de trepa no acierta a distinguir, políticamente hablando, dónde tiene su mano derecha. Cada cual podrá estirar su manga democrática hasta la anchura que estime conveniente, sin descartar el trato democrático con los antidemócratas. Pero hay un punto en que la manga ancha se rompe o se convierte en pantalón de campana. El regidor de Siero podría recibir, pongamos por caso, a un golpista como Antonio Tejero en una supuesta campaña para restituir el buen nombre del Benemérito cuerpo. Lo que nunca podría hacer democráticamente es agasajarlo o solidarizarse con él como si se tratara de un represaliado político, sino más bien mostrarle su disconformidad y su rotundo rechazo a que vaya por el mundo asaltando parlamentos y desconchando techumbres a golpe de pistola.
En el caso que nos ocupa, el alcalde de Siero tendría sobrados argumentos para hacerle al oligarca venezolano unas cuantas observaciones políticas. Pero parece ser que no fue así. Lejos de eso, el colmo de la desvergüenza es que el regidor socialista eche mano de la Ley Mordaza para emprender una campaña de caza de brujas netamente fascista. Que en esa campaña se incluyan nombres de personas que han hecho por Siero bastante más que toda la Corporación municipal, que han llevado el buen nombre de Siero a las más altas esferas de la solidaridad internacional y que cuentan con un bagaje y una cultura políticas muy superior a la media municipal, solamente puede calificarse como de una mezquindad intolerable.
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