Haciendo de la necesidad virtud
El pacto entre Podemos e IU para concurrir en coalición a las elecciones generales es la demostración bien palpable de que los partidos no tienen empacho en cambiar de estrategias si consiguen con ello ganar votos y acaparar el mayor poder posible, porque esto es, en resumidas cuentas, de lo que va la política.
Tras el anunciado descenso en la intención de voto, la dirección de Podemos pretende conseguirlos allí donde hay un caladero propicio; ante el crecimiento de la intención de voto previsto para IU, el partido que lidera Alberto Garzón, asimismo, trata de maximizar esa oportunidad para sortear la ley d'Hont que les viene castigando a la hora del reparto de escaños.
Los líderes de ambas formaciones harán de la necesidad virtud, olvidarán los agravios, los insultos mutuos y todas las trabas de la anterior campaña electoral, porque lo que ocurre durante la campaña se queda en la campaña, y al día siguiente del 26-J hay que confeccionar el cesto con los mimbres que los ciudadanos hayan decidido. Como se trata de alcanzar la mayor representatividad posible de Izquierda Unido en el Congreso, si se cumplen las expectativas se queda en segundo plano el programa y ambas formaciones renuncian a aspectos sustanciales de su idiosincrasia.
En el escenario ideológico no existen mayores problemas para ninguna de las dos formaciones. Se trata, por tanto, de una coalición natural en el ámbito de la izquierda, a la mismísima izquierda del PSOE, que de haber sido aceptada en las anteriores elecciones por Podemos habría supuesto un importante vuelco electoral. Ahora "que ya nos conocemos todos un poco más", según Mariano Rajoy, Podemos ha perdido el empuje de sus inicios y es víctima de sus propias estrategias. La altanería de Pablo Iglesias y de su partido con ínfulas fagocitadoras ha sido de tal calibre que para no hacer tan evidente el descenso de sus apoyos no le ha quedado más remedio que recurrir a IU, que no se ha tenido que mover de su sitio, aunque no haya aprovechado totalmente las expectativas creadas en los cuatro meses de la fracasada legislatura.
Y llegados a este punto, se hace difícil determinar quién acabará mordiendo a quién en el aspecto organizativo y quién saldrá más fortalecido de esta aventura, si los círculos podemitas o la engrasada maquinaria partidista de Izquierda Unida.
Lo que sí parece seguro es que la coalición Unidos Podemos va a gastar muchas energías para procurar quitarse de encima las etiquetas de extremistas y radicales.
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