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Normas internas lamentables

31 de Mayo del 2016 - Alejandra García Flores (Mieres)

Soy enfermera, tengo 27 años y como muchos jóvenes, me gusta tener mi propio estilo. Tengo mechas de color azul oscuro. Actualmente estoy cursando un máster de quirófano en Madrid. Como la mayoría de los estudios de ciencias de la salud, éste necesita una parte práctica que afortunadamente puedes realizar en tu comunidad, independientemente de que el máster pertenezca a una escuela en Madrid. Pues bien, teniendo mis prácticas pactadas previamente con la Clínica Asturias, en Oviedo, fui una semana antes de comenzar para hacer una entrevista previa. Ese día la persona encargada de recibirnos no pudo atendernos, y después de varias largas, mandó a la supervisora de quirófano a que nos atendiera (1 hora y media después). Hablamos de los horarios y de la posibilidad de encajarlos de la manera más adecuada y de lo que necesitábamos llevar. También dio importancia al respeto que debe haber en el quirófano, tratar de usted, no hablar alto, etc. Cosas normales. A la semana siguiente, me presenté muy contenta por empezar y ver por fin mi primera operación. Curiosamente me hicieron pasar primero por otra sala para ver a la persona que la semana anterior no nos había podido atender.

Mientras estaba en el despacho, esta persona me preguntó si llevaba algún piercing visible o algún tatuaje visible. Le dije que no. Dijo que esa clínica, al ser una entidad privada, tenían su propias normas y por tanto no aceptaban a gente con tatuajes, piercings, uñas pintadas, perfumes fuertes o colores de pelo estridentes. Y añadió: y yo considero que ese color que llevas es estridente. Yo sonreí y le dije que estando en quirófano siempre se lleva gorro, y pregunté si me tenía que teñir para poder hacer las prácticas. Ella se limitó a hacer una mueca y a tratar de encontrar las normas por escrito. No tuvo éxito. Llegó un momento que ya no había más conversación (yo todavía estaba tratando de digerirlo). Recogí mis cosas y le dije: bueno, pues nada. Con las lágrimas a punto de salírseme. Me fui. Llamé a la escuela del máster y les comenté lo sucedido. Ellos desconocían las normas que tenían en la clínica y nadie les había comentado nada. Me encontraron una nueva ubicación para hacer las prácticas.

A lo que voy. No me puedo creer que haya normas tan absurdas en centros sanitarios. Entiendo lo de los piercings porque para los imanes de rayos pueden ser peligrosos. Pero con mi pelo yo no le hago daño a nadie, ni es peligroso. De hecho, el ser estridente o no es algo subjetivo. Por tanto, como norma la veo un poco ambigua. No pude ver el documento, me hubiera gustado verlo y confirmar que en esa clínica no valoran a la gente por la profesionalidad. De todas formas, ni siquiera soy personal de ese centro, iba a ser una alumna. No me están pagando por ir y mi pelo no se va a ver porque el uso de gorro es fundamental en un quirófano. No me imagino a un paciente echándose atrás en una operación porque me vea a mí con mi pelo tapado. O incluso si me ve sin gorro, ¿va a decir que no a una operación de cadera porque tengo mechas azules recogidas en un moño? Absurdo total.

Creo que este tipo de ejemplos muestran a una sociedad retrógrada e ignorante en la que valoran más que seas una inepta pero que lleves el pelo de un color natural. Me hace pensar que también hay gente que no se fía de alguien si lleva un tatuaje, o un piercing. Es lamentable este tipo de discriminación, porque una persona que estudia una carrera y hace un máster no es valorada por ello, sino por su físico. Yo ante todo soy enfermera, no un pelo bonito o feo.

Se ha visto en varios estudios que la cofia es un elemento de sumisión dentro de la profesión sanitaria, por ello (o porque alguien haría algún tipo de presión), recientemente ya se ha eliminado de la mayoría de este tipo de centros sanitarios tan oxidados y casposos. A ver si pasa lo mismo con otras normas internas.

He tenido la suerte de poder hacer prácticas en un hospital de uno de los países más desarrollados como es Finlandia. Ahí la gente iba como quería, tatuada, con piercings e incluso con el pelo verde. Y si insinúas en ese país una normativa esperpéntica como la de la Clínica Asturias, no dan crédito. Ojalá algún día se consiga eso aquí.

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