San Melchor de Quirós, protomártir asturiano
La palabra "mártir" o "testigo" de la fe en Cristo ha venido a ser la más estimada en la valoración del pueblo cristiano cuando se aplica a los discípulos de Cristo, a aquellos que, por primera vez, en la comunidad de Antioquía de Siria, merecieron recibir el glorioso calificativo de "cristianos". El primero en entregar su vida por Cristo fue el "protomártir" San Esteban, del que nos narra su martirio el libro de "Los Hechos de los Apóstoles".
Para la Iglesia de Jesucristo, que peregrina en Asturias la gloria de "protomártir" corresponde al santo dominico Fray Melchor García Sampedro, al que después de su canonización se le invoca como "San Melchor de Quirós".
Sus santas reliquias se custodian, en artística urna, en la capilla de la Virgen de Covadonga de nuestra Catedral Metropolitana. Sobre su tapa campea la siguiente inscripción: "Restos del V. Sr. Dn. Fr. Melchor García Sampedro, de la sagrada Orden de Predicadores, obispo de Tricomia y vicario apostólico del Tonkin Central, descuartizado por la fe en Namdinii, el 28 de julio de 1858", fecha de su muerte, que se considera como la de su natalicio.
En los lados cortos de la urna, figura, a la izquierda, el sello episcopal de San Melchor, con esta grafía: "D. D. Fr. Melchior García Sampedro, Dei et Aspostolicae sedis gratia, episcopus tricomiensis". Aparecen la mitra y el báculo, con las borlas episcopales. En el centro, sobre la cruz bicolora de Santo Domingo, el anagrama de la Virgen María, atravesado por un puñal, que nos llevaría a interpretar el significado del escudo: se trata de un obispo de la Orden Dominicana, amante de la Virgen de los Dolores. Se recoge, a continuación, el lema del escudo: "Dirige servum tuum hodie" (guía a tu siervo hoy) (Nehem. 1, 11). En la otra cabecera, aparece el escudo de la provincia dominicana, de Filipinas, llamada del Santísimo Rosario.
Dos lápidas complementan el cuerpo de noticias que se ofrecen del Santo quirosano. Bajo su imagen se lee: "En esta capilla, a los pies de la imagen de la excelsa patrona de Asturias, reposan los venerables restos del protomártir asturiano, obispo titular de Tricomia, beato fray Melchor García Sampedro, OP, trasladados a ella el 19 de junio de 1889, desde la de Alfonso II el Casto, en que habían sido colocados, al ser traídos desde Tonkin, el 28 de abril de 1889, *28.IV de 1889, +28.VII.1858". Debajo de la inscripción se pueden contemplar los símbolos episcopales y martiriales del protomártir: un báculo, una palma y una corona de laurel.
En otra lápida, colocada enfrente, después de su canonización, se pretende reflejar la vida de un cristiano, desde su bautismo hasta su glorificación en la gloria del cielo. En ella se lee: "San Melchor de Quirós (fray Melchor García Sampedro Suárez), OP, bautizado en San Esteban de Cienfuegos (Quirós) (29.IV. 1821), ordenado sacerdote el día 19 de mayo de 1846 y, siendo obispo de Tonkin (Vietnam) fue martirizado el día 28 de junio de 1858. Canonizado por el Papa Juan Pablo II. Ruega por nosotros".
El cabildo catedralicio ha querido dignificar esta capilla colocando en una vitrina algunos significativos objetos que la Catedral conserva pertenecientes al santo asturiano. Se destacan, ante todo, su casulla, con la que el mártir celebraba la santa misa. Es una hermosa y, a la vez, sencilla casulla, adaptada para celebrar las misas de blanco, en honor de Cristo, de la Virgen María y de los santos confesores, en general no mártires. Para la celebración de los santos que sufrieron martirio
por Cristo se utiliza en la misa el color rojo. La que perteneció a San Melchor de Quirós esta confeccionada en damasco rojo, con galones dorados. Los dibujos e inflorescencias reflejan su procedencia filipina.
Debajo, se ha colocado un artístico cuadro, con marco de caoba e incrustaciones de nácar, adornado con mariposas, cisnes, variadas flores y otros motivos vegetales. Una placa de mármol verde, con veteados, refleja en su centro el escudo de España, a la izquierda, un escudo que, partido en dos, ostenta la Cruz de los Ángeles y la de la Victoria, con otro escudo a la derecha que se ha perdido y que probablemente fuera el de la Orden Dominicana. Constituye un hermoso recuerdo, con motivo de la proclamación de fray Melchor como "venerable" poco después de 1889, que ostenta la inscripción siguiente: "Venerable Fr. Melchor García Sampedro, protomártir asturiano". El título de venerable es el primero que se atribuye a la persona cuyo proceso de canonización se inicia y expresa el reconocimiento de las virtudes practicadas en grado eminente.
Se añaden dos hermosas cruces. La primera, desprovista de crucificado, es de nácar. Conserva las tibias y la calavera que tuvo la cruz a los pies del crucificado. En las extremidades de los brazos se hallan talladas en relieve las figuras de los Evangelistas, con sus respectivos símbolos: San Juan, San Marcos y San Lucas. Por debajo aparecen los símbolos del Calvario y el cuarto evangelista, San Mateo. Distribuidas adecuadamente, se ofrecen las estaciones del vía crucis, señaladas con su número de orden: Statio I… Las correspondientes perforaciones indican que debió de tener catorce plaquitas iconográficas, que se sujetaban allí donde su número de orden lo requería, siendo utilizada la Cruz para meditar el vía crucis completo. En la extremidad inferior aparece un rasgo más de este uso devocional, con la inscripción Len/Getsemaní, aludiendo a la pasión sufrida por Jesús en Jerusalen y, particularmente, en el anticipo de los sufrimientos, que hicieron que el Señor sudara como gotas de sangre en la oración del Huerto de los Olivos, en Getsemaní.
La segunda de las cruces es de marfil, con su crucifijo del mismo material. Es la típica cruz de cabecera, con aro de marfil, que permite tenerla colgada. La cabeza del Señor es de exquisita talla, ajena a todo dramatismo en la disposición de los rasgos del rostro, así como en la traza suave del cuerpo. Ambas cruces constituyen objetos devocionales de la piedad del santo asturiano.
Pronto se espera añadir, enmarcada en un marco de plata, una carta de San Melchor a su querida madre, dándole noticias de cómo vive un día cualquiera en la misión.
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