¿Puedo elegir yo la tribu para mis hijos?
He podido escuchar hace unos días en la TV la idea que ha lanzado nuestra exdiputada en el Congreso por la CUP Anna Gabriel. Ha recogido la idea de un dicho africano según el cual a un niño le educa toda la tribu. No puedo estar más de acuerdo. Precisamente el pasado mes de marzo, y ante un grupo de padres, defendía esa misma idea. Nuestros hijos no solamente son educados por lo que ven y hacen en casa (¡qué importante es el ejemplo!), sino que también son educados por la sociedad y las personas que les rodean cada día. Que los educa también la tribu lo tenemos clarísimo los padres cuando nos preocupa tanto cómo son los amigos de nuestros hijos y con quién andan.
De modo que, señora Gabriel, estoy totalmente de acuerdo con usted. Pero me gustaría hacerle una pregunta: ¿quién va a elegir la tribu para mis hijos? ¿Va a ser también ligado a la zona de residencia habitual? Los niños de cada tribu ¿van a ser los mismos del colegio? ¿Podré ser madre en la tribu donde estén mis hijos o eso será también, como usted dice, empobrecedor para la sociedad y profundamente conservador?
Lo digo porque, si se me permite, me gustaría poder elegir la tribu donde vayan a estar mis hijos. Me gustaría que me garantizasen que alguien les va a ayudar en sus estudios; que tendrán disponible ropa limpia cada día; que tengan una alimentación saludable y una cama donde poder descansar las horas necesarias. Que me garanticen que habrá alguien que les sepa poner normas de conducta, que les enseñen a cumplirlas, y que les exijan luego, con cariño, su cumplimiento. Alguien que les eduque en valores tan importantes para el buen funcionamiento de la tribu como la generosidad, la solidaridad, el compañerismo, la lealtad. También alguien que se preocupe por ellos cuando estén enfermos o sufran por algo; alguien que esté disponible las 24 horas del día, cada día de la semana. Alguien que les pueda escuchar sin prisas cuando tengan algún problema. Alguien que les sepa animar y sacar adelante cuando estén tristes o de capa caída, y que les sepa también poner los pies en la tierra cuando sea preciso. Una tribu donde cada niño se sienta único porque es tratado no como una parte más de un grupo, sino como persona única e irrepetible. Una tribu donde cada uno se sienta querido por lo que es, y se sienta querido tal y como es, con sus defectos y sus virtudes, con lo bueno y con lo malo.
No me parece que pida mucho para mis hijos, ni que pida imposibles. Al fin y al cabo, todo esto es lo que procuro que tengan en su casa, con su familia: con sus padres y con sus hermanos. Quiero lo mejor para mi hijo, y eso es lo que procuro darle, como cualquier otra madre. Pero quiero que quede clara una cosa: mi hijo es mi responsabilidad y, por tanto, soy yo quien debe elegir la tribu donde quiero que sea educado.
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