Los premios
Esto de los premios sesudos, me recuerda la ultima época del franquismo, cuando se censuraban periódicos, películas comerciales o se ponía un floripondio en el escote de una actriz en TVE, pero en cambio se permitían algunos libros, con ideas anti regimen, o algunas películas de las llamadas de Arte y Ensayo en el mítico cine Paladium.
Quizá los censores, creían que nadie leería ni viese esas producciones, o simplemente, (es lo que creo), no leían ni veían lo que consideraban no comercial, dejando abierta la puerta a un tipo de publicaciones que de no ser así no verían la luz.
Pues bien después de 40 años de democracia, nuestros sesudos jueces de los premios Princesa de Asturias, han vuelto a retraerse en el tiempo, si el jurado del premio de ciencias sociales, hubiera tenido a bien enterarse a quien estaban entregando el premio, se habrían enterado que Mary Beard, ganadora de este año del premio princesa de Asturias, presenta en su biografía lagunas, que por lo menos deberían haber tenido en consideración, a no ser que dicho jurado vea bien toda su biografía.
Es cierto que es profesora de obras clásicas en el universidad de Cambridge, escritora de grandes obras sobre Roma, sobre el arte clásico griego, publica un blog la vida es un don, escribe artículos en The Times, considerada como la clasicista numero uno de Inglaterra.
Pero, siempre hay un pero en toda vida, el London Review of Books, la invito a contribuir con sus escritos, su opinión sobre los atentados sufridos el 11/09/2011, en el Wolrd Trade Center, y de su mano aparecieron escritos en los que decían que Estados Unidos se lo merecía, una vez que sus comentarios amainaron, opinó que estos atentados eran una respuesta a la política americana de asuntos exteriores, dando así una razón a los terroristas en suelo americano.
Es cierto, que lo dicho no significa mas que una pequeña mácula, en la larga historia de trabajo de Mary Beard, pero al ser fruto de su opinión, no de su estudio habla bien de su pensamiento. Prefiero pensar que el jurado de ciencias sociales del Premio Princesa de Asturias, no se enteró de esta etapa de su vida, porque lo contrario seria darle la razón a Mary Beard.
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