Nuestra vida
Tiene que haber de todo en este mundo, en la diferencia está la apreciación entre lo bueno de lo malo; lo bello de lo menos; lo inteligente de lo torpe; la maldad de la ternura; la simpatía de la cara de pocos amigos; lo alto de lo bajo, etcétera.
¿Por qué digo esto? Porque algunos pudieran interpretar que si en este mundo todos fuéramos guapos, listos, altos, ricos, fuertes, sanos, etc. todo estaba solucionado. Todo lo contrario, sería de un aburrimiento de espanto ¿De qué hablaríamos? ¿De quién nos reiríamos? faltaría la salsa de la vida: Que unos vivan a consta de otros, que los unos se rían de los demás, que hubiera profesiones más valoradas, otras envidiadas, y las que más reguladas por leyes de políticos ineptos que hacen cada vez más esclavos a los asalariados, etc. El poder, los empresarios con las reivindicaciones y sindicatos no están reñidos con el sistema, es más, deben ser parte esencial del mismo, eso olvidan los políticos. Para una buena salud democrática si no respeta este equilibrio, estaremos dando cabida a la injustica y la opresión del fuerte sobre el débil.
No tenemos que ser iguales, desde niños nadie nos educa en el respeto y la comprensión hacia los menos desfavorecidos en diferentes facetas de la vida tanto físicamente como mentalmente. Pero ¡no! se lleva más la risa cruel, los comentarios bajo oreja, los chismes, las miradas cobardes y algo mucho más despreciable: ese sentimiento de superioridad por haber nacido más agradecido o un entorno más ameno para la supervivencia.
Eso se aprecia entre profesionales que a pesar del reconocimiento de la mayoría de la sociedad, ellos se elevan en pedestal. Suelen tratar con enfermos y necesitados de ayuda profesional, pero también humana, donde la sensibilidad y el dialogo formen parte esencial de su responsabilidad. No puede ser que un médico o enfermera de misma forma que lo haría un mecánico y su ayudante reparando un coche. Es necesaria una dosis de tacto y comprensión, y quien actué diferente ha equivocado profesión. Hay más, pero me refiero a estas profesiones porque tratan con pacientes y familiares que no son un número, y que cuando tengan prisa lo digan, pero que pronto demuestren que dedicarán un tiempo a explicar y dar esperanza a quien les ven simplemente como la rutina convertida en desidia y dejadez.
Si no es cuestión de mucho, solo tener sensibilidad, humanidad y humildad para cualquier empresa que dispongamos en esta vida, sin ellos nos convertimos en odiosos hasta para nosotros mismos.
La vida necesita alegría ¿Qué puede dar más alegría que ayudar a los demás? Decía Millás que si Rivera hubiera embarcado rumbo a Venezuela en vez vía Barajas por la puerta de Europa donde se amotinan, mueren y sufren miles de refugiados (Yo añadiría) o por cualquier cola de España donde familias enteras van a por comida. Si hubiera pasado por estos lugares, seguro anulaba el viaje porque alguien tan sensibilizado con los derechos humanos, tendría aquí sin necesidad de ir a otro lugar donde ayudar. Solo nos mueve el egoísmo personal, si estás enfermo muchos no te visitan o preguntan cómo vas, pero si te compras un coche nuevo todos quieren saber de él, verlo y admirarlo. La crueldad de la vida misma, son diferentes ¿debes comprenderlos? ¡Pues saben que! me sobran aguareros a mi alrededor y gente que solo piensa en sí misma ¡Que los aguante su tía! solo traen incordio y desavenencias.
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