La formación para el empleo no es una subvención
Ayer nos levantamos con una buena noticia. El paro bajó en 94.727 personas, por lo que el total de parados se sitúa en 4.120.304 personas, su mejor nivel desde agosto de 2011. Sin embargo, queda mucho por hacer.
A estas alturas, todos los partidos políticos tienen diseñadas sus estrategias de campaña, sus prioridades para acometerlas –ojalá fuera así–, una vez que alcancen, el que sea, el sillón de la Moncloa. Ayer nos levantamos con una buena noticia. El paro bajó en 94.727 personas, por lo que el total de parados se sitúa en 4.120.304 personas, su mejor nivel desde agosto de 2011. Sin embargo, queda mucho por hacer.
Espero llegar a tiempo para recordarles una tarea prioritaria: la formación de los trabajadores en España, ocupados y desempleados (los que buscan su primer empleo, los necesitados de cualificación, los que quieren mejorar sus posibilidades laborales, etcétera), para tener una estabilidad profesional.
Subtítulo: La mejor herramienta de competitividad
Destacado: Si hablamos de fondos públicos y del fraude de los mismos, el responsable será el gestor de esos fondos
Pero, ojo, hablo de formación para el empleo, no de subvención. Y lo digo porque han pasado tantos avatares con la gestión del dinero destinado a subvenciones que muchos pueden confundir los términos y convertir en fraudulenta la formación, cuando el fraude es consecuencia de otro factor bien distinto.
Me explico. La formación para el empleo no es una subvención. Es nada menos que la mejor herramienta de competitividad. Es tan importante que es capaz de hacer que se destinen fondos de nuestros impuestos para que toda la ciudadanía pueda beneficiarse de ella.
Los agentes de cambio (centros de formación) cumplimos una función determinante en la capacitación y cualificación de los que aspiran a tener un trabajo y/o a mantenerlo, algo lícito y necesario para cualquier persona que quiera abrirse un camino en la vida. Si existe una necesidad laboral concreta de cualificación, los trabajadores acuden a un centro de formación para cualificarse y ser competitivos. Cuanto mejor sea la capacitación de los recursos humanos que necesita la empresa, más excelente será el resultado empresarial. Así de sencillo. Sin necesidad de subvención alguna.
Afirmo que si hablamos de fondos públicos y del fraude de los mismos, el responsable será el gestor de los fondos, que debe hacer cumplir el objetivo para el que están destinados. Que los defraudadores son aquellos que han robado para enriquecimiento personal o cualquier otro objetivo distinto del que estaba destinado nuestro dinero.
Intentar sacudirse la responsabilidad en la gestión, tratando de ser experto en un ejercicio más allá del administrativo y de gestión de recursos, culpando no a los delincuentes y a la inadecuada actuación de inspección y control, es un proceder pernicioso que daña injustamente una de las pocas herramientas que nos quedan en España: la formación de nuestros trabajadores, que permite que las empresas para las que trabajan sean más competitivas, y a los trabajadores, tener un trabajo digno.
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