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Visita a las Peñamelleras

5 de Junio del 2016 - Emilio López Gómez (Grado)

Recientemente visité un concejo conocido y querido por mi familia. Más de veinte años vacacionando entre Mier y Tres Cares nos otorga el derecho de opinar que pocos, muy pocos concejos asturianos, diría incluso españoles, pueden presumir del paisaje más auténtico, abrupto, natural y variado. Ese medio rural lo habitan gentes de una humildad, hospitalidad y entrega insuperables. Puedo presumir con orgullo de amigos de una calidad que hoy en día son excepción. Sin menospreciar a otros, quiero destacar al fallecido Pancho, el carnicero de Alles; Gelu y su familia de Mier y Felipe y Tere, que siempre nos reciben con los brazos abiertos en su casa, La Xana. La Pica, que representa tanto a la Alta como a la Baja, se eleva majestuosa, no es la más alta del valle, pero sí la más bonita. La sierra del Cuera, por un lado, y las incipientes montañas de los Picos de Europa, por la otra, configuran un valle de una belleza incomparable.

Por esta ruta el primer establecimiento hotelero del concejo es el Monte Río, en Tres Cares; Roberto y su madre, Nati, siempre acogedores y cariñosos, ofrecen las viandas que cocina la segunda. Alimentos de una rotundidad y calidad cuyo recuerdo estimula los sentidos.

En Alles, a la llegada a la capilla de San Roque, nos espera Felipe, amigo entrañable, un personaje irrepetible, ecologista confeso, deportista activo, comprometido, solidario, amigo de sus amigos, entregado y fiel, nos acompaña al Aula de la Miel, donde nos esperan Carolina y Jesús. Con quince minutos de retraso, alcanzamos el edificio. Una acotación para el Ayuntamiento de Peñamellera Alta: ¿sería tan difícil hacer un aparcamiento en las cercanías para coches y autocares? Ya sé, los presupuestos, pero no todas las personas tienen la movilidad suficiente para recorrer los doscientos metros que separan la carretera general hasta las instalaciones. En nuestro caso, aparte de los doscientos metros, el autocar tuvo que circular marcha atrás hasta la plaza de la iglesia por no encontrar dónde dar la vuelta.

A la entrada nos recibe Jesús, un apicultor experto, gran conocedor de las abejas, su vida, entorno y trabajo. Las explicaciones que nos ofrece sobre la importancia de este insecto son amenizadas con anécdotas y prácticos ejemplos que atraen la atención y concitan el interés de todos los presentes, niños y adultos. Su ejemplo de la manzana, el corte horizontal, su corazón en forma de estrella provoca risas entre los menores.

Ya dentro de las instalaciones, sencillas pero funcionales, limpias y plenas de madera, una lección magistral sobre la organización de las colmenas, los distintos tipos de abejas, sus funciones y el espíritu de la colmena. Especial aprobación con risas y aplausos de los más jóvenes para el cuento del abuelo y el niño.

La degustación de miel, crema de miel con tortos, calma la "gazuza" que empieza a mostrarse. La tienda surte de las distintas mieles, propóleo, cremas y souvenirs a los visitantes.

Jesús puede presumir, justamente, de gran experto en el mundo de la apicultura, pero sobre todo de ser un enorme, eficaz y ameno divulgador. No sé si es mejor apicultor o pedagogo. Dignifica ambas labores.

Peñamellera puede sentirse orgullosa de disponer de un aula digna de figurar entre los lugares a visitar en Asturias. Esta actividad particular puede ser uno de los dinamizadores de la zona, un incentivo para el turismo y un acicate para crear puestos de trabajo, espero que dignos.

Abandonamos la Alta para dirigirnos a la Baja; al paso por La Xana vuelvo a recordar los guisos de Tere servidos por Felipe, y los recuerdos me vuelven a trasladar a copiosas comidas y tertulias entrañables.

Descanso en Panes para el almuerzo, y aquí, un reproche al Ayuntamiento de Peñamellera Baja: se crea un área recreativa cerca del río y el campo de fútbol con mesas, bancos, barbacoas, pero ¿es tan difícil hacer un camino-pista circulable para llegar en autocar o coche? La distancia a recorrer andando es de unos quinientos metros.

No quisiera creer que es la insensibilidad de los gobiernos municipales la que tiene marginados a aquellos que no pueden recorrer doscientos o quinientos metros andando para alcanzar los lugares que merecen la aprobación, pero que, de esta forma, dificultan su utilización. También podría ser que quienes los diseñan y aprueban no los usan y, por tanto, no le dan importancia a algo tan prioritario como la accesibilidad.

Me despido de estos dos concejos con la sensación, y la esperanza, de que no tardaré en volver, al menos para San Justo.

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