Ultras, mas non plus
Las puntas de los extremos comparten buena parte de los aspectos ideológicos, aunque nunca se sienten a negociarlo. Dicho de otro modo y haciendo mía la voz de un filósofo aún vivo: nuestros dioses son enemigos; nuestros demonios, hermanos.
En la Diada de 2013 un grupo de anormales de ultraderecha asaltó en Madrid el centro en donde estaban reunidas unas personas celebrándolo. Irrumpieron a empujones, amenazando y asustando a los niños, tirando cosas por el suelo, algunos con la cara cubierta. En fin, haciendo cosas que hacen los simios cuando están enfadados o necesitan marcar territorio.
Este pasado fin de semana, en Barcelona, otros mamíferos de visión más o menos reducida insultan, empujan y agreden a dos chicas que habían montado un tenderete para manifestar su deseo de ver el fútbol en la calle.
Es sencillo comprobar que ambos casos son prácticamente iguales, lo que ilumina la verdad de que los extremos se tocan. A mamporros, pero se tocan. En ambos casos esos cenutrios pretenden lo mismo, que es imponer su criterio a costa de eliminar al disidente, al diferente. No se trata de convencerle con argumentos razonados o conductas ejemplares, no, estos seres torpes, de razonamiento lento y juicio nebuloso escogen el camino corto del rebuzno y la coz.
Ahora bien, en todos estos casos el mejor aliado que puede tener esta ralea es la condena tibia, los del sí pero. En el asunto del asalto en Madrid las salas fueron muy benévolas con las condenas, cosas de chavalotes, vinieron a decir. De manera que aquellos niños de papá salieron a la circulación con una palmadita en la espalda y una multa como por saltarse un semáforo en ámbar. En Barcelona, el ambiente viene previamente enrarecido por una decisión política, que ha levantado la liebre a estos patanes. La negativa a exhibir la Eurocopa en la vía pública se sustancia en una ideología, no nos engañemos, y algunos cerebros de corto recorrido ya tienen argumentos para hacer lo que mejor saben, que es dar patadas y empellones.
No se puede evitar que algunos seres existan, pero es obligación de las autoridades y la legislación mantenerlos, si fuera necesario, en corrales adecuados.
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