Machacón y despiadado IBI
Precisamente estos días, como jubilado "folgado", me dedico a poner al día mi economía de habas contadas, ya que los ingresos familiares hace tiempo que van mermando como correa al fuego comparándolos con los gastos, que, contrariamente, sí se incrementan día a día. La mayoría de estos dispendios está en marcha antes de que, cada día, usted ponga el pie fuera de la cama. Hace años, si a nuestros padres y abuelos se les ocurría quedarse en el catre disfrutando de sus virtudes, sus gastos se estancaban, quedándose quietos parados, tirando sólo de su bolsillo, como máximo, una posible bombilla de las dos o tres que podía haber que hubiese quedado ardiendo por olvido.
Hoy, amiguín, como te quedes dormido en la cama o se te ocurra meter la cabeza debajo del ala ignorando realidades, aunque sólo seas un pobre jubilado, prepárate: un IBI desbocado en constante progresión, acompañado de retén por su pariente, la plusvalía; entre ambos te despellejarán vivo y sin contemplaciones de tipo alguno. Entre estos dos suaves se sobrarán para provocarte un patatús, si es que no tienes un corazón cañón para intentar evitarlo.
¡Ah!, no se te ocurra lavarle la cara por fuera a tu casa, cambiándole las tejas del tejado para que no tengas que usar paraguas en la cama. No la pintes, no adecentes sus ventanas: te mandarán una liquidación-valoración que, de mano, te costará 60 euros. Al mismo tiempo, te suben el valor catastral para, a futuro, rematarte aplicándote el porcentaje correspondiente que, en algunos ayuntamientos, dejará de estar bonificado en 2017, y volverá a subirte la contribución. (Así llamaban nuestros padres y abuelos a este impuesto, asumido entonces por su pequeño importe y temido ahora porque te puede dejar a dos velas).
Eso sin contemplar el denominado impuesto de sucesiones, que, en nuestra querida Asturias, tenemos por bandera, ya que queda para los que se les ocurra tener un patrimonio de más de 150.001 euros, por el que tendrán que pagar los herederos desde el primer euro. También tendrán que pagar aunque sean hijos desvalidos, sin trabajo, sin perspectivas de tenerlo o, se me olvidaba, viudas viejas y necesitadas. Es igual: o pagan, o a la corta o a la larga serán confiscados sus bienes, tal y como la ley contempla. A estas horas, debería estar arreglado como prometió el Gobierno regional, pero, yo los entiendo, no tienen tiempo.
El martes, día 7 de junio, en el diario LA NUEVA ESPAÑA, L. Gancedo nos da los buenos días con el siguiente titular: "Otra sangría fiscal a los asturianos. El IBI crece un 39 por ciento desde que empezó la crisis". (En este alertador y buen artículo sólo veo un lapsus y es que la recaudación de la llamada plusvalía municipal no menguó, sino que, contrariamente, creció exponencialmente. Dicen que si será para el llenado de las cajas consistoriales, que siguen sin sufrir crisis alguna. Por si acaso, claro. Es bueno ser previsores).
Bueno: mientras se patalea, no se trabaja y, por tanto, no se produce. Yo voy a seguir tratando de ver qué recibos puedo dejar de pagar para anularlos y, así, intentar mermar gastos, ya que los ingresos, por más que lo intento, no soy capaz de incrementarlos. Eso sí, con mucho cuidado, para no devolver los que tengo que pagar, ya que si así ocurre, puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Antonio Valle Suárez
Castropol
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