El mes de las flores en el centro de día de Pravia

En el centro de día de Pravia, del ERA, acaba de terminar el mes de las flores, celebrado en mayo. La idea fue mía. Pusimos un altar, que más que un altar parecía una ermita; las auxiliares de enfermería Pili y Marian lo diseñaron. Lo montamos con corcho blanco, lo cubrimos con una tela blanca de raso y pusimos tres vírgenes, la Inmaculada, la de Lourdes y la de Fátima. Las trajo la auxiliar Pili. Conseguimos tarros de cristal. También velas y flores. De la que iba al centro en transporte, le dije a la gente que necesitábamos flores, a ver si me podían dar alguna, y lo hicieron, no me fallaron.

Luisa, madre de Marisa, me dio varias calas. Mis amigas Aida y Luisamari me dieron varias veces. Isabel no tiene jardín, pero por las mañanas sale a caminar y tenía el humor de coger las que hay por la orilla de la carretera. Oliva la de Juan también cooperó, igual que Aida, la madre de Elena, que nos mandó claveles comprados varias veces. Eran preciosos. Yo llevé tres velas. Pili, también Y la asistenta social llevó unas preciosas de color azul, y Ana, también. Gracias, majos, sois auténticos. Lo más emocionante fue ver a mis compañeros al llegar por la mañana. Yo encendía las velas, ellos se santiguaban y cantaban "Con flores a María", la canción la saben todos. Yo me emociono, porque con poca cosa se ponen contentos. Es de admirar. Le hice una foto al altar, la imprimí y la pegué en una lámina de goma EVA. El humor que tuve para hacer todo esto espero que me dure mucho tiempo.

Cuando voy en el transporte me encargo de enseñar la foto al resto con la ayuda de Ana, la cuidadora en el autobús, porque yo no puedo levantarme del asiento, pues estoy muy delicada de salud. Doy gracias a los doctores que me sacaron adelante, estoy tomando bastantes pastillas, que son las que me ayudan a tirar. Si tengo salud e ilusión, el año que viene volveremos a hacer el altar, aunque en vez de con la auxiliar Marian, con la nueva, Yuli. Muchos subieron de la residencia, por la pasarela, a ver el altar, caminando o en silla de ruedas. Una señora hasta quiso pagar para poner una vela y hubo que decirle que no. Ella quedó encantada, como todos. Acabó mayo, pero ya tenemos otra idea. La responsable del centro de día, Beatriz, nos dijo que por qué no poníamos algo con miras al verano. Y ya estamos en ello. Gracias, Beatriz.

En el centro de día tenemos una pasarela que une con la residencia y la adornamos. Hay una silla, un cenicero que estaba negro y feo y lo pinté en blanco y le puse dos flores artificiales; Pili compró un espantapájaros de adorno y lo puse junto a las flores. En el cuarto de la limpieza había una regadera, la limpié, aunque no quedó muy bien, porque tiene manchas, pero sirvió y le puse flores. Está a un lado de la silla, y al otro, el cenicero. Quedó de escaparate. Bajé a la cafetería (voy casi todos los días, porque saludo a todos, a mi familia, los residentes, que los quiero mucho) y vi a la responsable del centro y le comenté lo de la regadera y me lo permitió. Todo lo que hacemos tiene que ser con el consentimiento de la directora, Graciela, me dijeron.

En la pasarela pusimos más tiestos, Pili y Marian me ayudaron, porque yo no puedo coger peso. Tiestos que estaban sin plantas, porque en el centro hay de todo menos euros. Pili y Marián compraron también tiestos, yo llevé plantas naturales. La pasarela quedó preciosa, debe de tener 10 metros de largo por 4 de ancho. Está cubierta con un techo transparente. Puse muchas flores de goma EVA, en colores vivos, y me dijo la directora que el material no me va a faltar más. Pili me dice que estoy enganchada a la goma EVA, y tiene razón, hago virguerías. Doy las gracias a Graciela por dejarnos adornar la pasarela, y a Beatriz, por la idea del escaparate de verano, y a todas las familias que cooperaron con flores y velas. La directora y la responsable del centro de día son muy buenas por dentro y también son guapas por fuera. Lo tienen todo y yo las aprecio mucho.

Todo en la pasarela lo hice pensando en Marian, que se fue, para no despedirla con lágrimas, sino con flores. La veo a veces, pero ya no es lo mismo, no la voy a olvidar, pues es muy cariñosa. Recibimos a la nueva, Yuli, con flores. Es de Soto del Barco, como yo. Es muy guapa y la suben a ver sus compañeras de la residencia. Ella dice que está muy bien en el centro.

A los que estamos ahí nos tiene que apoyar mucho la gente, yo atendí a mucha gente mayor cuando no había residencias ni centros. Me atraen mucho, somos indefensos y con poco se nos agrada.