Los robagallinas

9 de Junio del 2016 - Alfredo J. Quintana (Lugones)

Viene estos días en la prensa la noticia del joven de Granada que ingresa en prisión por pagar con cargo a una tarjeta de crédito previamente robada a una señora. Y, como siempre que sale una noticia de este tipo, sale inmediatamente a la palestra, en tertulias, foros, medios diversos, un sector de defensores de los robagallinas, con gran ternura y amor hacia estos especímenes. Normalmente, gentes de la judicatura salen siempre en los medios, admitiendo y lamentándose, con indignación, de que la ley persiga a los robagallinas, pobrecitos, y sugiriendo que hay que cambiar la ley, haciéndola más permisiva en estos casos, más humana, en su opinión. Posiblemente esto esté relacionado con la facilidad con la que entran y salen de los Juzgados todos estos ladrones que trabajan en las calles cebándose en las pobres gentes, en los más humildes e indefensos, con centenares de detenciones, incluso decenas de detenciones en el mismo día, y varios minutos después estar actuando de nuevo, con total impunidad. Porque son robagallinas, los pobres. Quisiera resaltar el hecho de que las víctimas de los robagallinas son, por lo general, las personas más desvalidas y a las cuales el robo de su gallina les causa más daño del que les causa a otros en el caso de robos mayores. Los robagallinas son indeseables que se acomodan a vivir sin molestarse en dar un palo al agua porque, con todo el cinismo del mundo, cuentan con vivir a costa del trabajo, la dignidad, la tranquilidad y la vida de los más indefensos, de la señora que vuelve a casa con la cesta de la compra, del jubilado que está paseando o cogiendo el metro o sacando un poco de dinero del cajero bancario para ir tirando, de su dinero duramente ganado, que tiene derecho a utilizar sin tener que verse despojado de él por el robagallinas. Todas las gentes de a pie tienen derecho a vivir sin tener que soportar la pesadilla de los robagallinas, sin más excusas de necesidad ni del bajo valor de sus botines. El daño que hacen a las personas a las que se lo hacen es muy grande y debería perseguirse en firme y sin más contemplaciones. Por el derecho a una vida digna y sin pesadillas de los que toda su vida se portan correctamente, cumpliendo las reglas del juego y respetando a los demás.

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