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Asturias existe, ¿mito o realidad?

14 de Noviembre del 2009 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

A nuestro aeropuerto se lo traga la niebla. Al igual que al pasajero que se arriesga a usarlo y se adentra en una aventura a lo Gordon Pym como si fuera un holandés errante en busca de la esfinge de los hielos en que quedó convertida su esperanza. Tan sólo quiere ir a Madrid y/o, simplemente, enlazar con cualquier parte del mundo. Cuando vuelve (porque no tiene más remedio emocional) se encuentra con la posibilidad de llegar a Labacolla. No, no es el nombre de un psiquiátrico (ese era: La Cadellada, aquí cerca estaba, ya no existe, lo cual no quiere decir que no existan locos).

No tenemos AVE con Madrid; que sí lo tendrá Galicia.

No tenemos AVE con Galicia, ni se le espera.

No tenemos AVE con la Comunidad Valenciana o Cataluña; que sí lo tendrá Cantabria, pasando por el País Vasco, Navarra y Aragón.

No tenemos AVE con Cantabria, ni está en nuestras expectativas.

Pero ¡ojo! ¿No es que no nos los quieran poner? No. Es que no queremos nosotros, los elegidos, los que gobernamos por mandato de vosotros: los electores. Conclusión: los asturianos somos férreos y carboníferos amantes del aislamiento y la aventura. ¿Porque hacerlo fácil, pudiendo hacerlo difícil? Ésta es nuestra insoportable brevedad del ser. De nuestro breve esfuerzo de pensamiento hacia el exterior y el futuro.

Estamos en nuestro paraíso, en nuestra isla esperando al jueves en medio de la absurda semana de nuestro naufragio. Pero no, no somos náufragos, es que no nos gusta ir a ninguna parte. Sólo las míticas leyendas de nuestros hijos, cada vez más escasos y cada vez más lejos, y los aventureros como Arthur, o los no existentes comerciales de nuestros infravalorados productos, se atreven a adentrarse en ese mito de Cthulhu que es nuestra situación actual de perdidos en medio la inmensa parafernalia que nos rodea.

Porque esto es Jauja: el paraíso natural de los colores caídos del cielo donde, como a Adanes y Evas, nos deben subvencionar los dioses nuestro no trabajo competitivo. Deben hacerlo porque, nosotros, no somos los culpables. ¡Ellos! Los que organizaron esta crisis, ¡que nos la paguen! El culpable es el sistema. Nosotros somos la reserva energética del carbón y, como somos europeos, negamos tal condición a Polonia con su carbón fácil de extraer en enormes vetas horizontales con sistemas de extracción automatizados capaces de abastecer de carbón a Europa durante 300 años (y a buen ritmo). Nosotros negamos la energía nuclear que ya hasta ni el propio James Lovelock con su Hipótesis de Gaia se atreve a negar a causa de que considera a la producción de CO2 más peligrosa. Pero basamos nuestra política productiva en quemar carbón. Nosotros exigimos poder quemar carbón y, si tenemos que poner nuestras montañas llenas de molinillos de viento para compensar a térmicas y siderurgias de sus multas por CO2, las llenamos, ¡que para eso están!: para horadarlas por debajo y adornarlas por arriba.

Tenemos que cambiar el modelo del pensamiento. No se trata de dar y ofrecer lo que nos sobra de nuestro acaparamiento a precio de ganga subvencionado, o almacenar si no nos compran (como los pisos); se trata de dar a valorar y ofrecer lo que incluso nos falta por hacer, pero que sabemos producir Just in time. E incluso lo que nunca hemos llegado a producir (ni siquiera, a veces, diseñar), pero que sabremos producir y lo tenemos previsto al observar las necesidades de nuestros posibles clientes en el exterior.

Pero si apenas tenemos comerciales creativos que salgan al exterior a observar esos posibles clientes con el fin de que, a modo de creativos pioneros en la frontera de la bandada de estorninos, vuelvan para indicarnos qué debemos producir porque ya lo tienen vendido. ¡Pero si ni siquiera pueden salir de Asturias! ¿Cómo vamos a tener esos comerciales y exportar? ¿Con que vamos a pagar lo que compramos fuera?

http://sites.google.com/site/fpparaelempleo/propuestas-innovadoras/modelos-de-pensamiento

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