A los profes rendidos
En medio de mi formación como futura doctora en Educación, reflexiono y me gustaría utilizar estas líneas para escribirles a todos aquellos docentes que, sin importar los años que lleven ejerciendo, ya están cansados y sufren el virus del desaliento educativo.
Quisiera dedicarles unas palabras a esos que han tirado la toalla antes de tiempo en la lucha contra la ignorancia y la desidia, los rendidos en el arte de enseñar, a los desmotivados.
A vosotros, que en su día os enfrentasteis a oposiciones, exámenes o cribas de algún tipo con el fin de ser seleccionados como los mejores, que hicisteis un camino muy duro para estar ahí, recordadlo.
Volved a revivir la ilusión de esos jóvenes que un tiempo se creyeron capaces de cambiar el mundo desde el modesto escenario de un aula de colegio. Si antes lo erais, ahora aún más, contáis con una de las herramientas más valiosas, la experiencia; sumadle esa fuerza que os hizo luchar para llegar a ser llamados profes y tendréis la batalla ganada.
Rescatad todas esas ganas de mejorar día a día, de aprender, de entregaros sin reservas a la emocionante tarea de enriquecer la vida de aquellos que la tienen toda por delante: vuestros alumnos.
Esos que no merecen que caigáis en el desánimo ni que os dejéis vagar un día y otro por las aulas motivados únicamente por la espera de un sobre a finales de mes.
Volved a disfrutar aprendiendo y así jamás olvidaréis lo bello de enseñar: ser un buen maestro no es compatible con no estar dispuesto a aprender a jornada completa, de todo y de todos. El "savoir faire" docente no va intrínseco en vuestros títulos enmarcados, porque el buen profe ha de saber ver más allá, comprender que la diferencia entre la mediocridad y el éxito reside en las pequeñas cosas y en nunca darse por vencido.
Para mí, la docencia es un arte, cosa de valientes y no de gente que hace las cosas porque sí, no de profesionales que se dejan arrastrar por corrientes del copia-pega metodológico de moda.
Enseñar es crear, pero, sobre todo, es creer.
Creer que el único motor válido en estos tiempos de cambio es una suerte de magia llamada educación. Y vosotros, queridos y necesarios profes, en vuestro ejercicio docente, tenéis la varita para hacer amar el conocimiento y despertar las curiosidades dormidas, ¡utilizadla!
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