Anguita sigue viviendo con el muro de Berlín
En la entrevista al ex secretario general del PCE Julio Anguita publicada en LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo, para él (que vivió aquella noche como otra cualquiera, según dice) no hubo sorpresa por la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, mientras que, curiosamente, el mismísimo canciller Helmut Kohl fuera sorprendido por este hecho histórico durante una visita de Estado a Varsovia.
Sabía el ex secretario general del PCE que el régimen estaba anquilosado, que mucha gente creía que en el capitalismo iba a encontrar una serie de venturas y promesas para mejorar su nivel de vida, y luego se dieron con una piedra en los dientes, ¡la gente se quedó sin calefacción en sus casas…!
Dice que habría que preguntárselo a los alemanes qué significó la caída del Muro, que esperaban que fuese una especie de paraíso, pero la gente pasó frío porque no tenía el gas gratis, dice, que se lo pregunten a ellos…
Dice que dicho régimen contaba con una serie de conquistas que en Occidente la gente normal nunca tuvo, culturales, de educación, etcétera.
¿Y las consecuencias económicas de la caída del Muro para los ciudadanos occidentales? Desastrosas, y, curiosamente, pregunta a continuación, ¿cuántas guerras se han declarado desde entonces?
Subtítulo: El ex secretario general del PCE no ha superado la desaparición de la guerra fría
Destacado: Anguita no ha comprendido que los alemanes de la antigua RDA anhelaban en primerísimo lugar la libertad
¿A qué viene esto?, ¿es que la estrepitosa caída de un régimen autoritario lleva automáticamente a la paz universal quizás?
El señor Anguita, obviamente, sigue viviendo en la guerra fría, que concluyó precisamente con la caída del «muro de la vergüenza», y no ha comprendido que los alemanes de la antigua RDA en aquel momento histórico en primerísimo lugar anhelaron la libertad –palabra que, por cierto, no aparece ni una sola vez en la entrevista– después de más de 40 años de férrea dictadura comunista, que llevó al total empobrecimiento del país, la ruina de su economía y la escasez de todo excepto vacía propaganda política y persecución de la gente, incluidos muchos trabajadores.
Y vieron en sus televisores la bonanza en que se vivía en Occidente (y no solamente en el «escaparate propagandístico» del Berlín Occidental, como parece creer el ex secretario general) y culparon al autoritario régimen de su pésima situación.
Y la mayor parte la ha superado en los últimos 20 años, difíciles; aunque, desgraciadamente, no todos se han podido beneficiar de los logros de Alemania.
Rolf Beyebach
Gijón
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