Una mirada amplia
Desde hace ya unos cuantos años, las zonas de juego destinadas a los niños han pasado de tener columpios, toboganes y demás elementos de recreo fabricados íntegramente en acero y con superficies que presentan partes susceptibles de causar heridas abiertas y traumatismos, a dotarse con equipamientos construidos y diseñados con materiales y acabados que entrañan riesgos de menor entidad en el caso de producirse golpes, caídas o atrapamientos. Sin embargo, y tal como he observado en la reciente remodelación de un parque público que rodea la pista destinada al esparcimiento infantil y al que también acude gente mayor, los criterios de seguridad parecen responder a otros tiempos. ¿Delimitar los múltiples espacios con césped empleando trozos rectangulares de granito cuyas caras y aristas permanecen en bruto sin siquiera un tratamiento de pulido y redondeado? Evaluar y prever los riesgos desde la fase de diseño contribuiría a evitar y reducir la gravedad de las lesiones, algo que las administraciones deberían tener presente y poner en práctica al proyectar y ejecutar obras públicas. Es decir, sería recomendable mantener una mirada amplia, que se sitúe más allá del ahorro económico inmediato y cortoplacista, pues en ocasiones es desacertado y contraproducente.
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