El voto como préstamo limitado
La representatividad política no debiera considerarse un derecho, ni siquiera temporal, sino un bien muy frágil cuyo merecimiento habría de renovarse con mucha más frecuencia.
El voto político es un sencillo acto en el que un ciudadano otorga en las urnas un préstamo de confianza a otro ciudadano para que le represente. Del mismo modo, deberíamos poder retirar esa confianza sin esperar cuatro años y sin establecer responsabilidades civiles y/o penales.
La ciudadanía sabe perfectamente lo que quiere y sabe lo que necesita. Blindarse en el poder, estableciendo complejos laberintos que impidan cualquier acción higiénica, no consigue sino acrecentar la distancia -la desconfianza- entre el representante y sus representados.
Señores políticos, retiren sus armaduras, comparezcan limpiamente y rindan cuentas. Nosotros, electores, que les otorgamos el voto, decidiremos cuándo han de devolverlo. Se aproximan nuevas elecciones.
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