Sobre el "Brexit" y el futuro de la UE
Mañana, jueves, los británicos deciden sobre la pertenencia a la Unión Europea, algo que se ha denominado como "la decisión más importante de una generación". Como inmigrante en el Reino Unido desde hace dos años, me ha tocado vivir este debate muy de cerca, un debate que debería hacernos reflexionar sobre cuál es la Europa que queremos.
La relación entre los británicos y Europa siempre ha sido complicada y turbulenta, incluso en tiempos recientes, ya en 1975 se decidió en referéndum permanecer en la CEE. El gran problema es que un tema tan complejo es dificil de digerir para gran parte de la población y, por ello, los políticos han usado el miedo como arma para tratar de convencer a los votantes. Los partidarios de quedarse han agitado el miedo económico, el paro subirá, la libra se desplomará y la incertidumbre de las negociaciones lastrará la economía. Mientras los partidarios de abandonar la UE agitaron el fantasma de la inmigración, los inmigrantes secan la sanidad y la educación, los terroristas vendrán a matarnos y los polacos reducirán los salarios mientras el buen trabajador inglés tendrá que quedarse en el paro, sin sanidad ni subsidio.
Éste ha sido un debate sucio y tóxico que ha puesto en el punto de mira a los inmigrantes y que ha resultado con el asesinato de una diputada pro refugiados por un perturbado de extrema derecha; hay quien no quiere ver las conexiones. Si bien es normal que algunos ciudadanos puedan ver "amenazada" su identidad ante la creciente inmigración, no deberían obviar todos los beneficios que la inmigración ha traído a Gran Bretaña, trabajadores cualificados y talento, y, sobre todo, a las empresas, que se han aprovechado de la mano de obra barata que les suponen los trabajadores del Este. Hemos de sentirnos afortunados en España de no tener un partido populista que alimente el miedo y el discurso del odio.
El Reino Unido ha gastado todas sus energías centrando el debate en el odio y el miedo, en lugar de crear un debate productivo sobre quedarse en una UE que debe remodelarse o buscar un camino alternativo basado en el aislacionismo. Creo que Europa debería ver el referéndum como una señal de aviso, y sea cual sea el resultado, la Unión debe renovarse.
Con una España enfrascada en plena campaña electoral, los líderes políticos no han dedicado un minuto al futuro de la UE, y España, como uno de los países de peso, aunque sea demográfico, debería plantearse promover esa renovación. Entre todos deberíamos esforzarnos por no dejar morir el proyecto europeo, que hoy se encuentra más que nunca amenazado por el nacionalismo.
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