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Antimarianismo color naranja

21 de Junio del 2016 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Albert Rivera, en su sempiterno papel de adalid del juego limpio y del regeneracionismo, sabe muy bien que en el escenario político que salga de las urnas el 26-J su formación no va a resultar determinante.

El antimarianismo que frecuentemente invoca el líder de Ciudadanos, asegurando que jamás pactará con Rajoy, escandaliza a muchos observadores y comentaristas. Primero, porque es una falta de respeto a los más de siete millones de votantes del Partido Popular, y segundo, porque, ¿qué pinta el dirigente de una partido minoritario, haciéndole las primarias al líder de otro partido, que, encima, fue y puede seguir siendo el ganador de los próximos comicios? Ciertamente, son críticas muy aseadas, pero muy poco lúcidas y brillantes.

Para responder a la segunda crítica solo hay que insistir en lo dicho. No se trata tanto de las primarias como de un mensaje con doble sentido. Rivera tiene que pescar en las dos orillas, y la mejor manera de hacerlo es azuzando a Rajoy, aunque ese ensañamiento no sea demasiado elegante, desde luego. Entre los millones de votantes al Partido Popular, hay algunos a los que nos les gusta su presidente ni la forma en que ha dirigido los asuntos públicos, pero siguen siendo de centro-derecha. ¿Por qué iban a votar a Ciudadanos? Pues tal vez por lo que Rivera intenta sugerirles: pactaremos con el Partido Popular, pero sin Mariano Rajoy. Les ofrece pues una salida de centro-derecha, vendiéndoles, de paso, unas primarias virtuales.

Y, a la vez, pesca en la ribera del PSOE, cuyo programa en el fondo no difiere tanto del de el PP, pero donde sí se exterioriza una aversión visceral a Rajoy. Rivera les vende la seguridad de que no pactará con Pablo Iglesias y de que no perpetuará tampoco al presidente en funciones. Para los sectores más centrados o socialdemócratas de PSOE, ya es algo.

Para finalizar, lo que haga Albert Rivera tras las elecciones es una incógnita y depende de la aritmética, pero el enconamiento hacia Mariano Rajoy no es una rabieta personal. Aunque, ciertamente, Rajoy tampoco ha tratado de hacer amigos y lo ha ninguneado, el antimarianismo color naranja es una estrategia fría y calculada de atraer a votantes de ambos lados del centro-centro.

Se le puede criticar, sin duda, pero sabiendo por qué lo hace y para qué. A decir verdad, aquí ya nadie da un paso sin tentarse la ropa.

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