Votar sin taparse la nariz
Desde que se conoce que los españoles tendríamos que volver a pasar por las urnas, fruto de una clara ineficacia, incapacidad e irresponsabilidad de los elegidos en las pasadas elecciones de diciembre, he leído y escuchado a mucha gente decir que sí volverían a votar, pero que en esta ocasión lo harían con la intención de premiar al menos malo o de castigar al otro. Es grave, muy grave, pero hay votantes que reconocen que el próximo domingo cuando metan su papeleta en la urna lo harán tapándose la nariz. Y si lo hacemos, si votamos a la contra, si nuestro propio voto nos huele mal, estaremos cayendo en la trampa que ellos, los que se han reído de nosotros durante estos últimos meses, los que han pensado solamente en ellos mismos y en sus intereses como partido, los que piensan únicamente en el día después de las elecciones e incluso ya en las siguientes, nos han puesto.
Viejos partidos todos, algunos disfrazados de nueva política, que apelan sin ponerse colorados al llamado voto útil. ¡Qué poca vergüenza! Útil hubiese sido ser coherentes, no engañar, no decir hoy una cosa y mañana otra, sentarse a negociar pensando en los españoles y en su futuro y no en los intereses personales, en los sillones y en demostrar quién es el más gallito del corral. Nos han tomado el pelo y, desgraciadamente, y porque nosotros lo permitimos, nos lo van a seguir tomando.
Votar sin taparse la nariz es elegir a quien no te ha decepcionado, es dar la oportunidad, o volver a darla, a quien puede demostrar, e incluso ya ha demostrado, que se puede hacer política de otra manera. Ni quiero, ni debo, ni soy nadie para pediros que votéis a uno u otro partido, pero sí que os invito a hacerlo con convencimiento, con satisfacción, con esa amplia sonrisa que nos permita la noche del domingo, sea cual sea el resultado, tener la conciencia tranquila.
Por todo ello, por coherencia conmigo mismo y con todo lo defendido durante los últimos años y especialmente como candidato en las pasadas elecciones de mayo y diciembre, para poder volver a sonreír tras depositar mi voto en la urna y, sobre todo, para seguir teniendo la conciencia muy tranquila, el próximo domingo prestaré mi confianza a Unión, Progreso y Democracia (UPyD).
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