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Goodbye, Reino Unido

5 de Julio del 2016 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

El Reino Unido se va, pero Europa se queda. El término "Brexit" ha ganado. Ha llegado, pues, el día de la independencia. Hasta ahora, no había precedentes en la Unión Europea de que un Estado miembro, y mucho menos del tamaño del Reino Unido, haya abandonado el hoy más que nunca cuestionado proyecto europeo.

Por tanto, la pregunta que se plantea es: y ahora, ¿qué? Por supuesto, los resultados de este referéndum no activan automáticamente el artículo 50 del Tratado de Lisboa, aquel que se redactó en su día por cuestiones puramente protocolarias, para qué ocurriría si un Estado miembro deseara abandonar el club. Para ejecutarlo y comenzar formalmente los trámites del divorcio es necesario previamente la notificación firme del Ejecutivo británico.

En el Reino Unido aún predomina el convencimiento de ser un país pagado de egoísmo que siempre juega a la contra; un país cuyos gobernantes nunca han creído en la Unión Europea como el proyecto político más ambicioso en la segunda mitad del siglo XX. Les basta con el registro económico. Por eso mantienen la libra, blindan las actividades de su sacrosanta City londinense frente a las normas de Bruselas y rechazan formar parte de "Schengen", aparte de que se quejan del montante de sus aportaciones y la menor cuantía que reciben. Éstas y otras diversas cuestiones dibujan el perfil antipático de las reclamaciones británicas, pero en ellas hay que reconocer que se albergan algunos prejuicios y también ciertos olvidos. En su conjunto, Europa no debe olvidar que fueron Londres y la tenacidad del pueblo británico quienes plantaron cara a Hitler. Y por ello pagaron un altísimo precio. Nuestro mundo, hoy, sin duda sería otro muy diferente.

Londres, que quería limitar las prestaciones sociales a los migrantes de la UE durante los primeros cuatro años de residencia en el país -"freno de emergencia", lo denominaban-, pero en cambio no les parecía mal que los británicos afincados en España y Francia, que son muchos, tuviesen acceso a ellas y sin limitaciones. Los británicos son como son, vienen de donde vienen y no lo disimulan.

De hecho, el Reino Unido siempre ha sido partidario de la expansión de un mercado único europeo, pero no de una unión política más fuerte. Ahora, en plena crisis económica y con la tragedia de los refugiados, tan difícil de gestionar, los británicos han encontrado una oportunidad inmejorable para reforzar sus argumentos.

No obstante, debemos seguir avanzando en la construcción de una Europa unida. Y hacerlo con más democracia, más transparencia, sin despilfarrar recursos y amparando el principio de solidaridad, ese principio para algunos tan caro de sustentar pero que permite dar estabilidad a nuestro espacio común, de modo que cualquier ciudadano europeo pueda nacer, estudiar, trabajar y disfrutar de su jubilación en cualquier parte de esta pequeña esquina del mundo.

Si Alemania abandonara la UE, la Unión se hundiría, evidentemente, pero como es el Reino Unido quien se va solamente saldrá tocada y sobrevivirá. Sin duda alguna.

Finalizando: el último mensaje que se ha lanzado desde Bruselas es que tras el "Brexit" hay una vida mejor.

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