Brexit

27 de Junio del 2016 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Es el resultado de un cúmulo de circunstancias, pero también la dinámica de la Historia. Si no se gobierna viendo bien por el camino de la Historia, se puede entrar en el letargo de un bucle sin evolución, del que se debe salir rápido. ¿Qué es lo que el sistema vivo de la Historia nos dice? Pues que en los últimos 600 años se han creado imperios. Antes ya se había intentado con Carlomagno un imperio de tierra, pero desde el 800 al 1492, solo hubo consolidación de naciones, reinos y guerras. Es desde 1492 que se está poniendo en juego el posible imperio global con un mundo como pelota. Hay dos equipos como concepto: aspirantes a imperios de la mar y aspirantes a imperios de la tierra.

Aspirantes a imperios de la mar: Portugal inició el camino y, a continuación, España e Inglaterra siguieron su estela en la mar. España en el Mediterráneo contra el turco y, desde el Atlántico, contra un mundo por descubrir. Los ingleses fueron detrás y formaron colonias. Nunca llegaron a dominar los territorios de España, aunque a ellos llevaron las consecuencias de sus guerras y tratados. España, cada vez más cansada y vencida dentro de Europa, se dejó hacer y los ingleses acabaron dominando el mundo. Desde las colonias inglesas repartidas por todos los continentes, siendo ellas mismas continentes, surge la primera revolución: la de Norteamérica. Esa revolución y su alma, cambia al mundo. La república de Norteamérica, una vez bañada por el Pacífico, debe hacerse imperio de la mar y se hace. En el siglo XX, atravesando el Atlántico, ayuda a los europeos para salvar a Inglaterra y a su propia ambición; y lo hace dos veces. En el Pacifico venció la gran batalla contra Japón: esa isla imperial del oriente, similar a Inglaterra como China lo es a centro Europa. Llegamos así al siglo XXI cabalgando la ola de la revolución industrial y el desempleo.

Aspirantes a imperios de la tierra: Francia y Alemania, mantienen el espíritu de Carlomagno y aspiran a unir Europa: un gran imperio de tierra desde donde siempre quisieron dominar Rusia, que no se dejó. Una frontera enfrentada al turco y al mongol. Rusia había ocupado Siberia y China permaneció tras su Gran Muralla. Llegamos al siglo XXI con una China emergente, el Brexit y el EI.

Solemos negar oportunidades y se vuelve a las viejas aspiraciones de dominar y despreciar a los periféricos porque, equivocadamente, se les considera un lastre. Es la propia Europa la que se aletarga e involuciona con esa falta de liderazgo. Se necesita un alma poderosa para que impulse ese lastre a que deje de serlo. Algo tan destructivo como el pensamiento: «déjalos hacer para que sigan comiendo la sopa boba, que ya morderán el anzuelo y serán nuestros», es una involución tan amoral, que incluso lo es por parte del pez.

Inglaterra, el penúltimo imperio de la mar, abandonará la Europa que niega oportunidades con su interesada austeridad. Dar oportunidades para producir y satisfacer necesidades es la esencia del progreso, no esta austeridad que niega empleo y progreso. No creo que EEUU vuelva a cruzar el Atlántico para desembarcar en Normandía desde Inglaterra, pero quizás lo haga con el TTPI dejándonos como periféricos sin votar presidente, congresista o senador; y ni tan siquiera voto que valga en sus multinacionales. Europa debe cambiar o alguien más querrá votar «...exit» para ponerse a nadar y quizás ahogarse.

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