Señor Alcalde, no nos dé la lata
Estamos viviendo una etapa histórica en la que las opiniones contrapuestas no parecen encontrar el ansiado consenso, al menos de la forma tan fácil como algunos de sus protagonistas desearían alcanzar. Lo estamos sufriendo ¡y de qué forma! a nivel político en todos sus ámbitos, económico, educativo, sanitario, social e incluso de realidad nacional. Sin embargo hay un tema, la conservación del medio ambiente, con el que este consenso, al menos en algunos puntos, parece haberse alcanzado con independencia de las ideas políticas, sin que esto quiera decir que ciertas tendencias ideológicas se apropien del tema para definirse como los grandes baluartes defensores de un medio ambiente que los otros, normalmente sólo la derechona, y el pérfido capitalismo destruyen malévolamente.
En la conservación del medio ambiente juega un papel fundamental el reciclaje de los residuos urbanos, y la mayoría de los ciudadanos así lo hemos asumido, ya sea por convencimiento propio o por miedo a posibles sanciones. En esta tierra lleva treinta años haciéndolo, y muy bien, Cogersa, una de las pocas creaciones brillantes de Asturias en un siglo.
Por ello, mi grado de perplejidad ha sido mayúsculo cuando, en el buzón de mi domicilio, encontré hace un par de días un enorme tríptico. Me dije: un partido político que se ha pasado todavía más que los otros en la propaganda electoral, innecesaria por repetitiva, superflua e incluso falsaria, y siempre en contra del cacareado ahorro de papel exigible para la conservación de los bosques y tal. Por no hablar del coste económico transferido siempre a los ciudadanos. Esto se pone aún más en evidencia si tenemos presente el progresivamente menor uso de este medio escrito con la aparición de las nuevas tecnologías de comunicación, hasta el punto de que la moda dominante es deslizar el dedo por una fría pantalla en lugar de pasar las cálidas hojas de un libro.
Pero no, no se trataba, al menos explícitamente, de la propaganda de un partido, sino de las lecciones ni pedidas ni necesitadas que el Sr. alcalde de Oviedo nos impartía a los ciudadanos (y ciudadanas) sobre algo que desde hace mucho tiempo ya sabíamos: que las latas hay que depositarlas en los contenedores (estaría mejor decir que, previamente, en bolsas) amarillos. Y estas pretendidas lecciones en cuatro palabras, con ínfulas de ocurrencia y originalidad, y con el título "La lata que conserva", venían nadando impresas en un panfleto a todo color de nada menos 47.5 cm x 21 cm.
Como hay algunos papeles que, por su interés, no deposito para su reciclaje (por si no lo saben, en bolsas y contenedores azules), he encontrado uno, enviado hace tiempo por ese mismo ayuntamiento, que no por el mismo alcalde, en el que, con texto e imagen, se indicaba ya no solamente el reciclaje de las latas en las bolsas amarillas, sino de todos los demás residuos en sus bolsas correspondientes. Y todo ello solamente en 9,5 cm x 9,5 cm.
Este último panfleto recibido tampoco lo reciclaré, lo guardaré como muestra de redundancia y despropósito de la utilización superflua de materias primas, atentado grave contra el medio ambiente. Y de que aún hay gentes empeñándose en descubrir Américas a diario.
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