La Nueva España » Cartas de los lectores » ¿Hacia qué tipo de democracia se encamina España?

¿Hacia qué tipo de democracia se encamina España?

14 de Noviembre del 2009 - Anibal López Vega (Gijón)

Un sistema democrático por desgracia no sirve para elegir buenos gobernantes. Pero sí debería servir para que los ciudadanos puedan desalojar del poder, de una forma no violenta, mediante elección, a un presidente incapaz de dirigir los destinos de su país. Nuestro Presidente debería reunir algunos atributos que adornan a todo buen gobernante, ya que ha sido elegido y reelegido por los ciudadanos. Con la mayor objetividad, les invito a repasar un listado no exhaustivo de hechos que nos ilustran sobre la forma de gobernar del señor Zapatero:

Sabe rodearse de inteligentes colaboradores que lo protegen de los peligros de la ignorancia, y le ayudan a salir de las dificultades propias de la tarea de gobierno (Aído, Bermejo, Chacón, Corbacho, Moratinos, Pajín, Salgado, Solbes).

Selecciona a sus amigos por la afinidad y fertilidad de sus ideas (Chávez, Castro, Morales), lo cual redunda en el prestigio internacional de nuestro país.

Es experto en lanzar pajas al aire para comprobar de dónde sopla el viento. Es previsor y sondea cómo van a ser recibidas sus medidas, sobre todo aquellas cuya aceptación sea dudosa entre la ciudadanía. Sirva como ejemplo la última propuesta de subida de impuestos.

Es prudente en sus afirmaciones y en sus estimaciones. Recordemos cómo le cambió el semblante el bombazo en el aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas, tras recitar el día anterior, guitarra en mano, el estribillo de las cosas con ETA van mejor que nunca.

Al desempeñar un importante cargo público, se ve obligado a participar en muchos mítines, debates, reuniones internacionales, entrevistas, etc., en los que evita la charlatanería, propia de los que hablan de cualquier tema sin el mínimo conocimiento de los hechos. Habla poco de lo que sabe, y se abstiene de opinar sobre lo que no sabe. No obstante, defiende puntos de vista originales: el Euribor lo fija el Banco Central Europeo, el cambio climático ha sido una de las causas determinantes de la crisis.

No miente. Tal como anunció en julio de 2007 en el debate sobre el estado de la nación, estamos alcanzando el pleno empleo, de forma definitiva. Tal como pronosticó en agosto de 2007, España está a salvo de la crisis financiera.

Fija prioridades de la acción del gobierno tras analizar y diagnosticar sagazmente los principales problemas que debe resolver. Las medidas y recetas que propone son congruentes con la calidad de sus análisis y diagnósticos. En este sentido son estupendas las medidas para luchar contra el no-paro galopante y contra la no-crisis que padecemos: modificar el criterio de cómputo para que la cifra total de parados resulte inferior a la real, incrementar el gasto público para encontrar la senda del crecimiento económico, subir los impuestos para sufragar los retóricos gastos sociales (descontroladamente crecientes gracias a su inmejorable gestión), etc.

Evita el despilfarro y calcula bien los recursos del Estado. Maravilla ver cómo el número de funcionarios estatales, autonómicos y locales crece sin cesar, consumiendo el aparato gubernamental la mayor parte de lo expropiado a los ciudadanos, y supuestamente destinado al romántico bien social. Prefiere no explicar a los ciudadanos que el estado nunca devuelve todo lo que nos arranca, ya que siempre retiene una parte sustanciosa.

Le causa alergia la adopción de cualquier medida fiscal o laboral que fomente la iniciativa privada para favorecer la recuperación económica, la generación de riqueza, y a partir de ahí, la creación de puestos de trabajo. Al no entender la forma en que prospera la sociedad, propone medidas contrarias al sentido común: propicia mediante chorros de gasto público (Plan E) la creación de puestos de trabajo improductivos, los cuales no generan riqueza, y por tanto desaparecerán tan pronto como se cierre el grifo. Por otra parte los impuestos adicionales y la deuda pública que son necesarios para sufragar esos gastos, implican una disminución del ahorro y por tanto una disponibilidad menor de préstamos a las empresas, lo que les ocasiona dificultades que se traducen en despidos, suspensión de pagos y quiebras. ¿Tan difícil es entender esto?

Ha resuelto algunos de los problemas que se encontró al llegar a la Moncloa, y no ha creado ningún problema nuevo. Los tribunales de justicia, que antes adolecían de una lentitud exasperante, ofrecen ahora una rapidez resolutiva inusitada, basta ver la alegría con que los acreedores presentan sus demandas contra los atemorizados morosos. La formación de nuestros jóvenes es cada vez de mejor calidad, tal y como acreditan las conclusiones de los informes PISA, que dejan entrever las bondades de nuestro sistema educativo y los bajos niveles de fracaso escolar, sobre todo en las escuelas públicas. Se evidencia un retroceso de la delincuencia, y todas las bandas que se precien cuentan en sus filas con menores a los que culpar de la comisión del delito, gracias a la aplaudida Ley del Menor. La financiación irregular de los partidos políticos, sus fundaciones y sus relaciones con bancos y cajas, ha sido definitivamente atajada. El derecho de un alumno a recibir su educación en español está claramente asegurado en todo el territorio.

Legaliza e ilegaliza partidos que defienden el terrorismo, según sus conveniencias en cada momento. Entrega dinero de los ciudadanos a formaciones políticas que defienden a los terroristas que matan ciudadanos.

Tiene la habilidad de fomentar medidas que no enfrentan a los ciudadanos: tensiones territoriales, educación para la ciudadanía (asignatura que, sin el debido control por parte de los ciudadanos, desembocará en una orientación planeada de la vida de la gente según la ideología dominante, por falaz que sea), ley de memoria histórica, aborto de menores sin consentimiento ni siquiera conocimiento de sus padres.

Se esfuerza en crear una sociedad de cuidadanos iguales mediante la ley, cosa muy distinta a la igualdad ante la ley. Defiende una igualdad intervencionista, mediante cuotas y discriminación positiva, que rinde culto a la mediocridad.

En definitiva, nuestro Presidente es una persona sólida. Su reputación está a la altura de lo que dice y de lo que hace, y sobre todo de la coherencia entre hechos y palabras. La conclusión que se desprende de lo anterior es que en la España actual cualquiera puede llegar a la presidencia del gobierno, y el señor Zapatero es un ejemplo incuestionable. De forma natural nos surge la pregunta: ¿cuál es la causa de que un gobernante con este tipo de atributos pueda ser reelegido mediante una elección democrática, y que ponga en práctica medidas como las enumeradas anteriormente? Son varias las causas, pero las fundamentales están relacionadas con los criterios de voto, con la infraestructura constitucional y la calidad de nuestro marco democrático, y con la actual oposición política (más bien con la ausencia de oposición).

Empezando por los votantes que han reelegido al señor Zapatero, necesariamente tienen que haberlo hecho con algún criterio (interés propio, ideología, masoquismo, decisión mediante cara o cruz, etc.). Sea cual sea ese criterio, se pueden extraer algunas conclusiones:

Juzgan erróneamente a las políticas y programas por sus intenciones y promesas, en vez que por sus resultados.

Muestran marcadas preferencias por escuchar ideas complacientes y no explicaciones rigurosas.

Creen las explicaciones del presidente y de los ministros, y de la propaganda mediática, aunque no se correspondan con los hechos verificables (aceptan la mentira y la charlatanería).

Increíblemente no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado (y reelegido).

Vamos con nuestra infraestructura constitucional:

No existe una separación efectiva de poderes. El poder judicial no está separado del ejecutivo, y mucho menos es independiente de éste. El poder judicial (que debería garantizar la igualdad de los ciudadanos ante la ley), está supeditado a la influencia e intereses de los partidos políticos en cada momento. Así constatamos que un partido político antes ilegal, ahora es legal, o viceversa.

No existe una representación parlamentaria efectiva. No votamos a un representante al que podemos reclamar y pedir responsabilidades, sino que entregamos nuestro voto a unas listas cerradas, compuestas por políticos profesionales designados a dedo, que funcionan con criterio de obediencia al partido y no con criterio propio.

La Constitución de 1978 no limita de forma efectiva los desmanes del gobierno contra la libertad y la propiedad de los ciudadanos. En su espíritu subyace una interminable espiral intervencionista, con la excusa de atender una lista innumerable de derechos cuyo coste no se ha calibrado convenientemente ¿cómo y con el dinero de quién se van a pagar las facturas? Nuestro modelo estatal, autonómico y local, resulta despilfarrador e imposible de financiar.

Dejo para el final la falta de oposición política:

Actualmente podemos elegir entre dos grandes partidos socialistas: PS¿OE? y PP (en estos momentos este partido debería llamarse PP-S, Partido Popular Socialista de Rajoy), y partidos con menor representación, que sirven para regateo del PS¿OE? y del PP-S, con el fin de conseguir las melosas mayorías: un partido comunista (IU), otro partido socialista (UPyD), y varios partidos de orientación nacional-socialista (ERC, PNV, CiU, BNG, etc.).

El cambio de rumbo de la dirección del actual PP-S, se constata con varios hechos (aprobación cómplice junto al PS¿OE? del rescate bancario FROB, invitación a los pocos liberales del PP a que abandonen el partido, ninguneo de los planteamientos económicos de Pizarro ante los intereses políticos de Rajoy, etc.), y demuestra que el señor Rajoy no tiene el valor suficiente para luchar contra las ideologías más extendidas: socialismo y nacionalismo. Hemos pasado de un PP liderado por el señor Aznar, que al menos apostaba por una tamizada política liberal, a un PP-S distinto con el señor Rajoy, que busca la forma de engranarse en el régimen actual, con el objetivo de participar en la elevada misión de los políticos de nuestro tiempo: obstaculizar la iniciativa individual, quitar el dinero a los ciudadanos de forma coactiva y arbitraria, y redistribuirlo de manera interesada para mantenerse en el poder (compra de votos mediante subsidios y subvenciones, protección de grupos de presión, etc.), todo ello aderezado con la conveniente dosis de reelaboración ilusoria de la realidad y de la historia (ciertas organizaciones políticas son expertas en el uso de propaganda y de los medios de comunicación).

En definitiva, nos encontramos ante una situación preocupante: una crisis económica que nos consume ante las narices de un gobierno incapaz de preverla, diagnosticarla ni de tomar las medidas para poder atajarla, combinado con el principal partido de la oposición, el PP-S de Rajoy, incapaz de ofrecer una alternativa política que lidere las necesarias reformas. Ojalá me equivoque, pero el rumbo que está tomando esta nave me recuerda a lo ocurrido en Argentina.

Considero poco probable que el señor Zapatero dimita en vez de poner en práctica políticas desastrosas para el país. Tampoco veo posibilidades reales de cambio en la estrategia del señor Rajoy, cuyas ideas (a los hechos me remito) son muy similares. Da miedo constatar que el PS¿OE? y el actual PP-S no batallan sobre ideas, sino que discuten de cara a la galería sobre personas, sucesos o detalles. Como muy bien apuntó el maestro Zapatero, en su poco ensalzada faceta de reeducador social, los valores de la ciudadanía son los que deciden libre y responsablemente quienes representan a los ciudadanos. Puesta sobre la mesa la doctrina con tanta claridad, el alumno Rajoy se esfuerza por interpretar su papel dentro del guión ideológico socialista.

Depende de los ciudadanos responsables dedicar algún esfuerzo a cuidar y a ser posible mejorar el marco democrático actual, ya que la secta que nos dirige ha puesto rumbo a un régimen liberticida con dos partidos mayoritarios que se parecen como gotas de agua, por su intervencionismo e ideología única. Si no reparamos las vías de agua llegaremos a un punto de no retorno. Y una vez hundida la nave, se va a requerir mucho más esfuerzo para reflotarla.

Cartas

Número de cartas: 45910

Número de cartas en Septiembre: 14

Tribunas

Número de tribunas: 2079

Número de tribunas en Septiembre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador