Oportunistas, ventajistas
En una era en el que todo el mundo opina de todo a todas horas y por todos los canales cabe establecer un ranking o, para entendernos, lista priorizada de opinantes abusones, esto es, oportunistas descarados que siempre están para el "ya lo decía yo..." Aunque sean capaces de decir y anticipar una cosa y la contraria.
No sé ustedes, yo tengo dos corrientes que pugnan por el oro en ese descorazonador inventario. Por un lado los periodistas deportivos y afines. Expertos en anticipar fichajes y despidos con un acierto cercano al cincuenta por ciento, como si apostaran al rojo o negro del casino. Después de los resultados son capaces de enmendar la plana al más pintado porque ellos ya sabían que con dos defensores ofensivos se abren espacios de transición que aprovechan los medios volantes para crear huecos y desequilibrios que buscan la espalda del rival y sorprendiendo a su marcaje por zonas. Y que tal y cómo se hizo era evidente que se iba a fracasar. Un decir. Su ventajismo no tiene límites, tampoco su desvergüenza, que se manifiesta en la saña con la que son capaces de hacer astillas de cualquier palo caído. Cuando se me pasan las arcadas suelo lamentar que esa recua de superdotados no ejerzan con un carnet de entrenador legal con el que ser campeones de todo por siempre jamás.
En la punta de mi listado aparecen los economistas. Todos en general, capaces de darte así, en seco, y con la condescendencia que se tiene hacia los pobre ignorantes no iniciados en los secretos numéricos, lecciones magistrales de economía aplicada. Algunas de sus cabezas visibles pululan últimamente por platós y emisoras, armados de pizarritas con las que tratan de hacernos ver que el interés deferente carece de variabilidad en una renta compuesta en la que la incorporación al mercado laboral de mujeres menores de veintitrés es causa de un redondeo no aplicable al numeral básico, que como todo el mundo sabe, oscila entre el negativo alto y la décima sobresaliente según los operativos de Daily Street. Más o menos. Tan listos son que dan ganas de solicitar prisión para ellos, ya que ninguno vio venir ni advirtió el tsunami de la crisis, por ejemplo, ni ciertos derrumbes del crudo, del Yen... O tal vez sí, como con los fichajes futboleros, más o menos el cincuenta por ciento. Como cualquier oficinista, barrendero o pobre de pedir. Volvemos a lamentar, pasados los estertores estomacales, que anden desamparados sin equipo de gobierno que les acoja, pues sus consejos y predicciones llevarían a la nación a lo más alto y todos invertiríamos con acierto y seríamos ricos eternamente. Ya ven.
A destacar medalla de bronce para los encuestadores. También estos asoman en los medios, ya no queda uno sin su encuestista de cabecera. Esa ciencia requiere revisión, o que aprendan a sumar llevando. Tanto cocinar resultados y resulta que se les está quemando alguna cosa y huele a chamusquina. Urge un master chef encuesta, ah, y que les paguen bien a los becarios que se lo curran.
Con diploma olímpico y por motivos pintorescos dejaría los pitonisos de toda laya, capaces de soltar un latinajo antes de augurar que un trabajo estupendo está por llamar a la puerta de quien apela a su teléfono de pago, que mejoraremos de ese problemilla de salud y que arderemos en las llamas del amor loco antes de que Capricornio pase por Aries, más o menos. Pero estos al menos tienen el atenuante de que dan un poco de risa. O mucha.
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