Reflexión
De ir vestida una persona con una cazadora, por ejemplo, decorada con una pequeña bandera alemana –cualquiera que así fuere– pasaría desapercibida hoy para la gran mayoría de la gente en España. Probablemente habrá quien lo considere un ejemplo de "look" informal.
La misma persona, sin embargo, sería el blanco de varias críticas al llevar una chaqueta decorada con una pequeña bandera de España.
De un tiempo a esta parte, por lo que se ve, resulta rancio exhibir la bandera constitucional en una prenda de vestir, porque de ser la de la Segunda República –que ya pertenece a nuestra Historia– sería, como poco, del agrado de algunas y algunos; por cierto, Rafael García Serrano (1917-1988) explica en su "Diccionario para un macuto" (2010) que, en aquellos años, la mencionada bandera "se apodó 'la del permanganato'” (García Serrano, 2010: 388).
Ciertos políticos de ahora parecen procurar que la gente ignore. Si no, a qué vienen las algaradas de jóvenes universitarios –es un contrasentido– o de sindicalistas el 1 de mayo levantando la bandera de un régimen que intentó imponer una "dictadura del proletariado". No fue una etapa idílica, como nos recuerda Payne en "El camino al 18 de julio" (2016), cuando, entre otras cosas, explica que para ciertos sectores que desde 1931 impulsaron la República, su idea de ésta no era tanto la de un sistema político como el de "un determinado programa de reformas (...) para el cual era indispensable eliminar (...) a los católicos y a los conservadores de cualquier participación en el Gobierno" (Payne, 2016: 22). Fue una época, por lo que se sabe, poco democrática.
Aprovecho esta reflexión para mostrar asombro ante quienes, por ejemplo, montan guardia en la plaza de la Escandalera de Oviedo, el viernes de entrega de los premios "Princesa de Asturias" para abuchear a los Reyes. En la memoria de estos galardones que anualmente presenta la Fundación, entre sus objetivos figura el de "contribuir a la exaltación y promoción de cuantos valores científicos, culturales y humanísticos son patrimonio universal". ¿Qué valores tienen o proponen esos que levantan la bandera del permanganato, alborotando ante los invitados, los galardonados y las autoridades? Parece que sólo busquen el descrédito y la fechoría. Aunque, eso sí, no podrán quejarse de que falle la democracia.
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