Diferentes maneras de hacer política
Mariano Rajoy va a gobernar. Eso es prácticamente seguro. Lo que ya no lo es tanto es cómo y con quién lo va a hacer. La prioridad política del Partido Popular es que el debate presupuestario de este otoño esté encarrilado cuando se forme el Gobierno, y no quede al albur de la batalla parlamentaria. Asimismo, tendrá que acordar las reformas que se dice que vienen. Ese será el trasfondo de las negociaciones de las próximas semanas que marcarán todo lo demás.
Aunque las urnas han dado una victoria clara al Partido Popular, es evidente que los ciudadanos siguen apostando por la necesidad de un gran pacto para el Gobierno de España. No se trata solo de que el PSOE se abstenga para facilitar la investidura de Mariano Rajoy con los votos del PP, Ciudadanos y alguna otra formación minoritaria, sino de que el principal partido de la oposición y el del Gobierno pacten una agenda básica que le dé sentido a la legislatura y que sirva para superar los inminentes escollos que van a tener que ser afrontados en los próximos tiempos. PP y PSOE (más Ciudadanos y todo aquel partido que quiera sumarse) deben llegar a una serie de acuerdos básicos, tales como la reforma constitucional, la consolidación del crecimiento económico sin recortar aún más el Estado de bienestar, la política europea, así como el encaje de Cataluña en España y hasta el cambio del sistema electoral.
Si no quiere que la legislatura sea un continuo calvario desde su inicio, el PP tendrá que ceder algo a sus interlocutores. En política fiscal, en gasto social, en inversión pública, en financiación autonómica, etcétera. El Partido Popular tendrá que orillar su intransigencia y tratar de llegar a acuerdos. Porque la solución de ese problema no solo dependerá de lo que hagan los otros (el PSOE, Ciudadanos, los nacionalistas, incluso los catalanes), sino también del PP. ¿Rajoy y los suyos sabrán gobernar sin una mayoría parlamentaria? ¿Sabrán pactar? ¿Sabrán ceder? Ese es también un gran reto del momento que puede deparar muchas sorpresas. Algunos dan por hecho una legislatura de dos años. Que una moción de censura provocará elecciones anticipadas. En cualquier caso, hará falta un Partido Popular actualizado ante estos retos.
Se ha perdido medio año, entre el inmovilismo y los vetos, para estar nuevamente en la casilla de salida. Pero no puede ser que en esta ocasión no se alcance la de llegada. Es responsabilidad de todos hacerlo, y hacerlo bien. Es decir, con diligencia, pero sin precipitaciones; siendo respetuosos con el claro resultado de las urnas, mas sin sumisiones ni imposiciones. Eso es hacer política, y se puede hacer desde muchas posiciones y de distintas maneras. A veces, un veto puede ser útil, pero en la mayoría de las ocasiones es preferible la negociación. Así se hizo en la transición.
La necesidad de tener apoyos externos obligará al Partido Popular a desandar buena parte del camino que avanzó en solitario y contra todos. También es una inmejorable oportunidad para forzar ciertas reformas, como la constitucional y la educativa. Por último, también el PSOE debería pensar en todo ello, porque así también se hace oposición.
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