La capilla del Viso o de la Candelaria en Poreño

El pueblo de Poreño, en la parroquia de Santa María de Celada, en Villaviciosa, continúa empeñado en sacar adelante su proclamación como "Pueblo ejemplar". Mi compromiso con este pueblo villaviciosino viene del período en que, hace ya bastantes años, serví la parroquia de Celada en suplencias de su cura párroco. Son muchos los méritos que han logrado los vecinos de Poreño para que se les confiera tan preciado galardón. De la peculiaridad de su hábitat, de su paisaje, de las acciones de sus habitantes para dignificar todos los rincones de su pueblo, las ilusiones que ponen en sus sastiferias o sextaferias, teniendo todos los rincones en situación de permanente revista, de todo ello me ocupé repetidamente en mis artículos en LA NUEVA ESPAÑA. No han tenido fortuna hasta el presente los vecinos de Poreño, pero esta circunstancia adversa no merma su ilusión. Llegaron una vez a finalistas. Reemprendieron las tareas con tesón, con ánimo redoblado, con esperanzas cada vez más fundadas. Sus esfuerzos e ilusión merecen toda alabanza, en realce de la acción mancomunada de este pueblo, haciendo valoración muy positiva de sus méritos. Los vecinos no cejarán, pese a todas las circunstancia adversas.

Hoy quiero volver a la carga y voy a orientar este artículo hacia algunas noticias históricas que nos revelan la larga trayectoria de las peculiaridades y singularidades de este pueblo. Larga es, a la verdad, su historia; cumplidos, sus avatares; abundosos, sus méritos comunales.

La primera noticia, que hoy quiero realzar, data del 2 de mayo de 1398 y nos habla del rey castellano Don Enrique III, quien confirmó a favor de su criado Miguel Suárez de Colunga la donación hecha por su padre, Don Enrique II, de las heredades de los cotos de Poreño y Sorribas, en atención a los servicios que habían prestado a la Real Casa. Años más tarde, el 9 de marzo de 1420, Juan II, mediante una Real Cédula expedida en Valladolid, volvió a reafirmar la dicha merced y donación de los mismos bienes y propiedades de Sorribas y Poreño a favor de Don Diego Menéndez de Valdés.

Tras no pocas vicisitudes y muchos percances, las propiedades de los cotos de Poreño y Sorribas vinieron, en 1646, a formar parte del vínculo establecido por el chantre don Rodrigo de Hevia a favor del comisario del Santo Oficio don Toribio de Hevia, en quien venían a refluir todos los derechos, privilegios, prerrogativas y patronatos de la casa de Hevia, entre los cuales se hallaba el de la presentación de la ermita de Nuestra Señora del Viso, en el pueblo de Poreño; la de la capellanía de Santa Lucía, en su capilla aneja a la casa de la torre de Ayones, en Carda, fundada por el comisario don Toribio de Hevia en 1676, y añadíanse, asimismo, las presentaciones de los beneficios curados de San Vicente de la Palma, San Félix de Oles, San Julián de Gramedo y San Antolín de la Llera.

Integraban los bienes del vínculo la casa principal de los Hevia en Villaviciosa, el coto de Sorribas, la casa del palacio de la Torre en Poreño, la ya dicha capilla de Nuestra Señora del Viso, extensas propiedades y numerosas casas en Poreño que más tarde pasarían a los caseros que acudieran a la llamada de hacer poblamiento. Destacaba también la propiedad de la capilla mayor de la iglesia de Santa María de Celada, con todas las sepulturas del interior de la misma, realzando su derecho de propiedad el escudo de las armas de la casa de Hevia, que campeaba en el centro de la bóveda del presbiterio. Poseía, además, los derechos de nombrar alcalde mayor del coto, juez, regidores, provisor general, diputados, celadores, escribano y alguaciles. Eran dueños también de una tejera y dos molinos, el de Milán y el de la Cueva.

La capilla de Nuestra Señora del Viso, sita en Poreño, fue de patronato de legos. Se la conoció más tarde como de Nuestra Señora de la Candelaria o de las Candelas, por la capellanía a ella anexa, y hoy se invoca su titularidad como de Nuestra Señora del Pilar.

Fue fundada en 1619 por doña Inés Ramírez de Hevia, siendo agregada al vínculo de don Toribio de Hevia en 1646, según ya se ha dicho. La plazuela de su delantera o antojana se dedicó a expansión de la capilla, recayendo los derechos de patronato y presentación "in solidum" en la casa de Hevia, cuyo escudo luce en los cuatro arranques de los nervios que configuran la bóveda de la misma capilla.

En los rodeos por la parte de atrás se plantaron, coetáneamente con la fundación y edificación del edificio sacro, dos tejos, árboles éstos que “hermosearan aquel sitio”. Efectivamente, constituyen un elemento que siempre embellece el ámbito en que se encuentran, hoy con la corpulencia que corresponde a sus cuatrocientos años de antigüedad. Además de estos dos hermosos tejos, existe hoy, en la parte delantera de la capilla, un tercero mucho más joven, con seguridad retoño obtenido por los vecinos sobre los primitivos que se hallaban en el contorno de la capilla.

De la época de la fundación de la capilla de Nuestra Señora del Viso data esta descripción de los bienes y propiedades que don Felipe-Neri Hevia Vaqueros y Antayo, señor de la casa principal de Villaviciosa, se reserva para sí y para sus sucesores, como posesor del vínculo: “En Poreño, la casa principal, que se denomina La Torre, con otra casa confinante con ella, con la casita que sirve de cárcel, la panera que está en la corrada con sus huertos y tierras contiguas a la que se halla cerrada en la parte de arriba de orden de su padre”. Se reserva, además de otros terrenos que se describen, la expresada capilla del Viso.

La justificación de la “cárcel” constituía un elemento disuasorio en las malas conductas y fechorías, así como en relación a los muchos pleitos que los colonos entablaban con los señores del coto. Dando a la corrada o explanada delante de la casa de la Torre, que ostenta las armas de los Cabranes, forma su fachada un todo con la casa principal y la de los caseros, hallándose a continuación de ambas el estrecho frontis de la cárcel. Se trata del primer edificio por la parte de arriba, entre la ventana y el balcón tapiado en su parte inferior.

En una escritura de arriendo de don Gutierre de Hevia, mayorazgo de la casa de Hevia, a Alonso Fernández de la Guerta, escribano, le da en renta su molino de la Vega de Malbari, según “yo a vos lo compré y ahora os arriendo por tiempo y espacio de diez años, que corren siguientes al día de hoy, el cual os arriendo por seis celemines de escanda, limpio y pesado, en cada un año, pagados por el día de San Martino. Y yo, Alonso Fernández, así lo recibo en la dicha renta de los seis celemines de escanda”.

Concluyo proclamando a todos los vientos: Poreño, un pueblo con raigambres de siglos de historia, conservador a ultranza de sus tradiciones, trasmisor de las esencias de sus vivencias y de su vida toda, es más que acreedor al título de "Pueblo ejemplar".