Al departamento de Prevención y Salud Pública del HUCA
Uno de mis familiares, Alfredo Fernández, luchó hace un año contra dos cánceres: un linfoma y un carcinoma de colon. No creíamos que pudiese sobrevivir, fue una batalla muy dura en la que muchos profesionales fueron vitales, como la Dra. Flor García, de hematología, a quien me gustaría enviar mi agradecimiento.
El cáncer es un enemigo frecuente en la sociedad actual, pero nadie habla de lo que pasa después. Nadie habla de lo dura que es la incertidumbre ante la recaída o los cuidados que precisas una vez que vences. Ya superado, la vida se ve de otra forma, pero eso no quiere decir que todo sea un camino de rosas. Visitas constantes al hospital, las secuelas de los tratamientos... Volver a verte a ti mismo como el que eras antes es difícil, y más si te sientes mutilado, por ejemplo ante una colostomía, como le pasó a él. Es como en las guerras: siempre hay víctimas, también para el ganador.
Por eso, en este entorno hostil, me gustaría destacar la figura del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública del HUCA, y en particular de la Dra. María Fernández Prada, por hacer que las vacunas no ayuden sólo al sistema inmune, sino también den coraje, ánimo y ganas de vivir, gracias a un trabajo en equipo impecable y a una atención al paciente de 10.
Además de "familiar de", soy estudiante de Medicina, acabo de finalizar el segundo curso y cada vez que lo digo la gente me asalta con la misma petición: que además de buena médica, sea humana. La verdad es que esta es una asignatura de poca importancia en la Facultad.
Gracias, no sólo por hacer más fáciles a los enfermos su día a día, sino por enseñarnos a las nuevas generaciones uno de los aspectos más importantes en esta profesión y recordarnos las palabras de Bérard y Gublerd: «Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre».
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