Palestina y los palestinos
En LA NUEVA ESPAÑA del 24 de junio, se publica una reseña firmada por O. C. relativa a un acto celebrado en Gijón en el que intervinieron Aida Oceransky y Ángel Mas, presidente de la asociación Acción y Comunicación en Oriente Medio. Entiendo que dicha reseña, titulada “El boicot de Gijón a Israel es gravemente discriminatorio” para la comunidad judía, ha sido autorizada por los ponentes.
La señora Oceransky dice que “el término palestino es un mito inexistente”. Por su parte, la RAE lo admite: Primero: “Palestino, natural de Palestina”. Segundo: “Perteneciente o relativo a este país de Asia”, y también otros muchos diccionarios y libros de historia. Añade la señora Oceransky que “los romanos asignaron el nombre de Palestina a Judea”. También se dice que tal nombre procede de los filisteos. Sea como fuere, son términos históricos que se refieren a una zona geográfica que iría aproximadamente desde el Jordán, su lago y el mar Muerto, hasta el Mediterráneo y, aproximadamente, desde Tiro o Dan hasta Gaza, Hebrón o Beersheba. La tierra de Canaan, citada en la Torah, no sería muy distinta a lo dicho.
No es probable que la denominación de palestinos a actuales moradores del territorio, y que, al respecto, “se ha vendido una historia falsa que incita al odio...”, como dice la señora Oceransky, según la citada reseña, sea causa de problemas, pues todo el mundo sabe que el tradicional territorio de Palestina está hoy integrado por el Estado de Israel y por los territorios ocupados de Cisjordania. No es fácil que un mero nombre geográfico y su gentilicio vayan a confundir a nadie. La cuestión no es de odio a unas creencias o a una etnia, sino el desacuerdo de parte de la población española con el maltrato que, según los medios, dan los actuales gobernantes del Estado de Israel a habitantes de dichos territorios, llámeseles palestinos, filisteos, cananeos, arameos o árabes, con los asentamientos que no cesan, con el nuevo muro de lamentaciones, que aísla y trocea el territorio.
Dado el propósito, que parece inferirse del referido escrito, de recurrir las actuaciones del Ayuntamiento de Gijón, quizá lo mejor sería dejar que la Judicatura resolviera libremente sobre el caso que ha dado pie a la referida reseña.
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