No hay mimbres para este cesto
Qué España tiene un grave problema en lo político, pienso que a estas alturas ya lo sabe hasta el ermitaño que se haya podido aislar del mundanal ruido y solo se dedica a su huerto y a sus rezos.
Llevamos más de doscientos días intentando conseguir que los grupos o partidos políticos se decidan a dejar su orgullo e interés partidista a un lado y, en pro de los intereses del país y de la ciudadanía en general, se pongan de acuerdo en ceder parcela de poder de parte y parte, y con ello tratar de conseguir formar un gobierno capaz de sacar al país del fango en que desde hace años se encuentra; tanto en lo territorial, como en lo económico, en el desempleo, en el futuro de la financiación del sistema de pensiones que da señales de hacer aguas por todas partes, y en otras muchas cosas; y resulta que los políticos, que supuestamente son elegidos por los ciudadanos para solucionarnos problemas, en la práctica lejos de hacerlo aún complican más las cosas, enrocados como demuestran estar, en sus posturas de interés personal y partidista, mientras mes a mes y año a año, vemos que el interés general se va al garete y, lejos de avanzar, retrocedemos.
Quienes durante la dictadura fuimos emigrantes, supimos llevar aquella situación con cierta resignación y sobre todo con la ilusión y esperanza de que aquello era una especie de la bíblica travesía del desierto, en el sentido de que una vez terminada la dictadura y con un país en democracia, las cosas serían tan distintas en todos los sentidos, que no solo nosotros podríamos regresar a nuestro país y ganarnos aquí nuestro sustento, sino que nuestros descendientes nunca más se verían obligados a pasar por nuestra misma situación. ¡Grosso error!, no solo no se están cumpliendo nuestras expectativas, sino que para desgracia de todos, vemos que las cosas lejos de mejorar, todo va a peor. España funcionó medianamente bien estos años de atrás -en mi opinión- gracias a las ayudas que como miembros de la UE nos llegaban vía fondos de todo tipo, fondos que no se supieron destinar a reformar y mejorar nuestro aparato productivo, y por el contrario fueron mal gastados y despilfarrados en obras faraónicas y tonterías que lejos de colaborar a salir adelante, en la práctica resultan una carga más en su mantenimiento. Ahora, con la incorporación a la UE de los países del Este, resulta que en teoría pasamos a estar por encima de la media en renta per cápita frente a todos esos que al salir del comunismo aún estaban por debajo de nosotros, y resulta que los fondos se van en gran parte a esos países y nos encontramos sin dinero, con deudas y sin los deberes hechos.
Ante tan oscuro panorama, a nuestros políticos de uno y otro signo, todo lo que se les ocurre es tirarse los trastos a la cabeza jugando al y tú más, pretendiendo afearle la conducta a su oponente, con el único fin de tratar de conseguir cuatro votos más a su favor y que sólo sirven para dividir, pero que entre tanto, la casa sigue sin barrer. Así que, triste porvenir el nuestro, si mal estamos, mal seguiremos. Con estos mimbres, mal podremos hacer un cesto.
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