Jarrones de oferta
Fue a mi entender el mejor presidente que tuvo España desde el regreso de la democracia, con sus claroscuros. Acuñó con acierto lo de los jarrones chinos y durante cierto tiempo dio poco la lata, no como el otro, ese Pepito Grillo, ese bicho que picó al tren que en realidad no era más que el chico de los recados del primo de zumosol.
Uno no puede exigir que alguien se quede en la chaqueta de pana con coderas, congelado en el tiempo. Evolucionar es la esencia de toda mente que se precie, sin embargo puede que la razón se les nuble a algunos hasta habitar una amnesia alarmante.
Ignoro los motivos de este jarrón chino en concreto, por qué no se está calladito disfrutando de su retiro dorado en el yate de sus amigotes millonarios. Puede ser que le pongan algo en los puros que se fuma, o acaso en el güisqui. Sus apariciones, intermediaciones y declaraciones últimamente apuntan a un interés desconocido pero que invita a la sospecha, cuanto menos. Parece hablar por boca de otro interés que estemos ante una mera talking head, una cabeza parlante, el extremo animado del ventrílocuo y que este patético jarrón no exprese más que la voluntad del patrón, que no sea más que de la voz de su amo, ese mismo que le paga los puros y que le pone gasoil al yate para llevarlo lejos, a los mares encalmados de la memoria perdida.
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