Lo que España dure
Ocho meses sin dictar una ley ya pesan demasiado. Ocho meses sin estabilidad política, con un gobierno en precario y con unas Cortes cerradas, pueden dar al traste con una España que cada vez se aleja más de sus compromisos con la U.E, cuya paciencia ya está desbordada.
La marcha que solo por la inercia de un punto muerto se está produciendo, tiene los días contados, pues los problemas acucian, y las soluciones más, y las grandes cifras macroeconómicas siguen pendientes, mientras que el tiempo pasa. No olvidemos, que para el mes de Octubre deben de estar preparados los Presupuestos Generales para el 2017. Recordemos, que es urgente afrontar la reducción de la deuda, que Europa nos reclama, y que España necesita. De igual manera, y después de ocho meses, aun no se ha hablado nada, ni acordado nada, sobre la financiación de las pensiones; teniendo como se tiene a las puertas, otro gasto extraordinario en el mes de Diciembre, que presumo volverá a recaer sobre el dinero ahorrado en la denominada hucha, ya de por si cada vez más agotada.
Y qué decir, del camino legislativo que no espera para la creación de empleo. Cada día que pasa, aun siguiendo la estabilidad en el mismo, que es puramente coyuntural dada la época del año en la que estamos, podremos encontrarnos al final del verano, en un aumento del paro, a niveles claramente insoportables, y que nos tendría abocados a la inestabilidad social todo el 2017, con lo que ello supone de caldo de cultivo, para la demagogia, y el populismo tan antagónicos con la paz social y el progreso.
Si aun y con todo, no fuera suficiente significativo lo dicho, queda por abordar la financiación de las CCAA. Y en este punto, y de no abordarse de inmediato, ya solo cabria esperar a lo que España aguante como nación, dada sus subdivisiones en dieciocho Comunidades, con sus consiguientes intereses particulares, que cada vez más lo son políticos, y a su vez, seudojustificativos de cara a un riesgo de balcanización de una parte de la Península Ibérica, por los partidos independentistas, a los cuales -no lo hay que olvidar- les viene como anillo al dedo, cualquier estancamiento de la situación actual. Su silencio, no predice nada bueno.
Así estamos, como digo, tras ocho meses perdidos. Y al día de hoy, los representantes del pueblo (como les gusta tanto denominarse) siguen desojando la margarita, de si Rajoy si, o si Rajoy no. Y por ese camino, podremos tirarnos otros ocho meses más, y convertir en ineficaces los cuatro años anteriores. No es este un régimen presidencialista -cabe recordarlo- si no parlamentario, por tanto parece un diálogo de solo de intereses, el anteponer a una persona, antes que a un País; so pena de pensar, que esos intereses no busquen el bien de los españoles y sí comprobar hasta qué punto aguanta España. Y esta es una prueba, a la que no se debe someter a esta Nación, atiborrada de vendedores de humo salvapatrias, y de gurús de la política.
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