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Deplorable lista de espera/reconocimiento al personal íntegro

21 de Julio del 2016 - Mª Violeta Suárez González (Gijón)

Tras la retirada de la escayola, me prescriben la rehabilitación. Mi muñeca aparece deformada, más ensanchada que la otra. Recuerdo que en Urgencias, durante la tracción y el vendaje reductor de la fractura, el doctor solicitó un tipo de material especial del que la colaboradora negó disponer. Hubieron de arreglarse con lo que había. La prestación sanitaria me pareció correcta pese a ello.¡Gracias Dr. Abel y personal auxiliar! En Consulta, me recomendaron no recurrir a cirugía quirúrgica posterior porque no garantizaría la mejoría, e indicaron consulta a rehabilitación.

Acudí a esa consulta de la Dra. Marta, quien tras evaluar las condiciones, prescribe termoterapia y ejercicios Además, me enseñó los movimientos que debía recuperar. Entré en una onerosa lista de espera que demoró la atención año y medio. Traté de adecuar las tareas domésticas a los movimientos a recuperar. Y, recuperé cuanto pude pero me quedó un dolor residual, que creí podía persistir.

Pude haber recurrido a anticipar la prestación como ex/personal del hospital-me dijeron-, pero mi pensamiento en Zen me impide ganar la salud obviando a otros. Temo el retroceso boomerang, que en términos hospitalarios se considera, síndrome del recomendado. Supone que las personas a las que queremos prestar una atención prioritaria, casi siempre es candidata a complicaciones. Lo que a algunas nos invita a conducirnos con cautela, obviando manifestar que somos compañeros.

Empecé la rehabilitación y las compañeras auxiliares me instruyeron, amablemente, en el proceso de la parafina. Como fisioterapeuta personalizada me correspondió Cari, ya próxima a la jubilación. Sólo la conocía por referencias de amigos y vecinos que la ponderaban como extraordinaria. No les faltó razón: rigurosa en su desempeño, discreta, culta, con inteligencia emocional, simpática con todos. Cuenco de confidencias, reflexiones y lágrimas.

No es la única; observé a una media docena de jóvenes profesionales que mostraban sus conocimientos aplicados con amabilidad y simpatía, orientados al mejor servicio profesional. Oí el nombre de algunos, Elena, Soraya, Mª Belén,Olga, entre otros. Me admiró que tuvieran interés por las técnicas alternativas, de corrientes diversas. Encarna y Carlos consiguen tranquilizar o sedar a los bebés y pequeños usando de ellas. Hago notar que vi manipular los miembros infantiles con energía, sin que los peques se afectaran por llanto mantenido. ¡Enhorabuena!

Las compañeras usuarias me informaron que no habían sufrido tanto retraso en la atención como yo. No sé si 18 meses son el promedio de espera aplicable a casos similares. Algunas me informan de que habían acudido al médico en su ejercicio privado, por ser el encargado de confirmar su diagnóstico. Como efecto la prestación se consideró preferente. Desconozco el grado de penalización ya que no se me ofertó manera alguna de controlar el lugar que ocupaba en lista de espera.

Nadie que prescribe cuidados u órdenes médicas, debiera salir beneficiado de una gestión indebida de la que es co/responsable. La gestión hospitalaria debiera estar a cubierto de los vaivenes políticos y de las aspiraciones ilimitadas.Las prioridades asistenciales o quirúrgicas del personal sanitario y familiares directos, debieran ser reguladas. Entiendo que si el personal se le somete a lista de espera, durante un tiempo incrementa la carga laboral a sus compañeros. Pero cuantos podemos esperar, jubilados -amigos y vecinos- debiéramos temer el boomerang del síndrome del recomendado que invito a confirmar científicamente.

También advertí que algunos usuarios no desean mejorar por razones espurias. Tengo experiencia evaluadora y sé de usuarios que ponen obstáculos, desprecian o deterioran este Bien común hospitalario. Hace poco oí a una usuaria insultar públicamente al colectivo asistencial que respondió con el silencio. Ninguna de las demás pacientes le prestamos eco. Parecía una perturbada, pero la reacción común resultó eficaz porque no la oí gritar más.

Comparado con mi experiencia en rehabilitación de hace años, observo que se duplicó la demanda. Como consecuencia el tiempo dedicado a cada prestación individual, se rebajó a la mitad, unos 15`. No hay milagro, por lo que me pregunto: ¿a quien interesa que la rehabilitación hospitalaria se degrade en calidad? ¿Quiénes serían beneficiarios de ello? ¿Por qué no se estimula en positivo al personal que tan bien atiende sus obligaciones?¿Por qué no se reprende y sanciona a quienes no hacen lo mismo, estropean la acción del equipo o hacen uso de privilegios. El negar inversión en aquello que no funciona bien es un principio de gestión eficiente. De acuerdo, pero primero ha de cuestionarse quienes son los que impiden que se lleve a efecto.

No todo los fallos son institucionales, las corruptela de atender y anticipar en consulta privada a quienes han de estimar en la sanidad pública responde a una actitud ética cuestionable. Además de la irregularidad de quienes usan los recursos analíticos, radiológicos y demás, como complementarios de su consulta privada. Encuentro extraño que la plataforma de defensa de sanidad pública no lo estima como conducta nociva a extinguir.

Aún me resta ser intervenida de oftalmología, sometida a otra lista de espera de un hospital concertado -Cruz Roja de Gijón- del que tengo un buen concepto por otras dos experiencias anteriores. Obviamente me interesé sobre quién me habría de operar y ha sido imposible saberlo. Salvo que, venciendo mis escrúpulos, acuda a la consulta particular de alguno de los cirujanos del Hospital de Cabueñes que ahí intervienen, ¿...? fuera de su jornada en el centro de referencia citado.

Debiéramos aprovechar las investigaciones promovidas por los parlamentarios de la Junta General Asturiana, para hacer una correcta auto/crítica. Parecen querer ofrecer una transparente búsqueda de soluciones para tan grave problema sanitario de causas múltiples, originadas por muchos que se sienten ajenos a él.

El daño causado no es únicamente achacable a la infausta gestión política institucional, tanto central como autonómica.

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