Análisis de la "Semana negra"
La "Semana negra" nació con la idea de promocionar la novela negra, un género literario muy demandado que atrae mucho público y, junto a las atracciones feriales, eleva las opciones lúdicas del verano gijonés. Pero el ambiente cultural no es imparcial, sino todo lo contrario, y como dijo un rojo de los de la ceja, Joaquín Sabina, "la 'Semana negra' siempre fue un poco negra y roja". Los conferenciantes dedican más tiempo a la propaganda de la izquierda que a la labor literaria, o en las exposiciones fotográficas donde, por ejemplo, la dedicada a los refugiados alternan las fotos de exiliados de la Guerra Civil con las de los sirios; sólo faltaba música ambiental con violines para ablandarnos el corazón, como hacen en las teles o en las películas de pena. Para más inri, lo hacen en un lugar donde antes habían astilleros y muchas industrias. Hoy, sin tejido industrial por la fallida reconversión, los de la ideología que en vez de emplear el dinero en modernizar lo emplearon en subvencionar y pensionar millonariamente (por lo de la paz social), ahora sacan pecho y no se dan cuenta de que lo del "pan para hoy y hambre para mañana" se está cumpliendo con creces. Pues ya que sólo dejaron la fiesta, por favor, que no sea tan sectaria.
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