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Inmortalizada la romería y fiesta de prau

16 de Julio del 2016 - Arturo Arbesú García (Oviedo)

El Ayuntamiento de Siero, en el Pleno del día 25 de febrero de 2016, cumplidos todos los trámites del Reglamento de Protocolo y de Honores y Distinciones, acuerda por unanimidad:

Conceder la Medalla de Oro del Concejo de Siero a D. Manuel Antonio Fernández Álvarez, Manolito El Pegu, por su incansable labor en pro de la Romería de El Carbayu, como miembro de la Sociedad de Festejos de Nuestra Señora del Buen Suceso y muy particularmente por la creación y mantenimiento del Museo de la Romería, que lleva su nombre, sito en El Carbayu-Lugones.

Se ratificaba así la propuesta de D. José Antonio Noval, ex-alcalde de Siero, cuyos méritos expuestos eran asumidos en su totalidad por el Pinsi, que en intervención del Sr. Camino instaba al equipo de gobierno a que el fabuloso Museo de la Romería lo promocione y potencie por tratarse de una joya digna de ver y divulgar.

He revisado, hasta donde he podido, obras de grandes artistas con la finalidad de establecer, no una comparación, sino quiénes de ellos dedicaron su arte para expresar el colorido, la algarabía de las fiestas de campo, romerías a las ermitas, fiestas de prau, reflejando la alegría de vivir de las gentes.

Encontré, como no podía ser menos, obras de pincel de belleza y expresión esplendorosas. Tiziano, Il bacanale degli Adrii, estampas regionales de Sorolla, como La fiesta del pan en Castilla, El mercado en Extremadura, Fiesta en Galicia; de Goya, La pradera de San Isidro, La merienda a orillas del Manzanares, La vendimia; de Velázquez, El triunfo de Baco; de Rubens, La danza de aldeanos; de Antoine Watteau, Capitulaciones de boda y Merienda campestre; de Brueghel, El viejo, El vino de la fiesta de San Martín; de David Teniers, Fiesta aldeana, citando, alguno de ellos, de entre tantos artistas universales, naíf, flamencos, del Barroco o expresionistas.

Y, cómo no, qué decir de nuestros artistas asturianos, Piñole, su Fiesta del Cristo de Candás y sus Pomares; Sebastián Miranda y su Retablo del mar; Darío de Regollos, Corpus Cristi, Fuegos artificiales, Valle y sus Carnavales y procesiones; Díaz de Orosia, Romerías y Carnavales; Enguix, en la Procesión de la Virgen de El Carbayu de Langreo; Marisa Norniella y sus fiestas y romerías naíf; Moré y la Fiesta de Acción de Gracias, procesiones, romerías, costumbrismo y paisaje de Paulino Vicente, Lombardía, fiestas de toros, María Lago, sus danzas y paisajes, Alfonso y su Día de América en Asturias, sus Historias de los personajes Pinón, Telva y Pinín, Linares, esculturas Adiós Cordera, La Lechera de Trascorrales, Tejerína y la luminosidad y otros artistas que no por menos importantes, lamentablemente, dejo de citar, sino por falta de espacio, artistas unos y otros, que han realizado obras excelentes en torno a la estampa de la fiesta en el campo, que expresado en nuestro lenguaje asturiano son las romerías y fiestas de prau.

En el Museo, situado en El Carbayu-Lugones, cuya especificidad no alcanzo a clasificar —¿escultórica-expresionista?— consta de una sola obra, una obra inmensa en expresividad, con caracteres artísticos de las grandes composiciones, de las que, al verlas, la mente se pregunta: ¿quién, cómo y de qué manera ha podido realizarse? ¿Quién el artista?

Nadie que lo visita se muestra indiferente, por el contrario, se sorprende al contemplar la minuciosidad de los singulares y diminutos elementos, personajes, e instantáneas que la componen. Cuarenta y cuatro años dedicó a su elaboración. Bandas de música, grupos de baile asturiano, sillas plegables —Dios mío, insólito—, el quiosco, la orquesta, los caballitos funcionando, el heladero con su carro de los helados, el barquillero, la solemne procesión, la ermita, bares, conjunto de hórreos, la carbayera, bolera, la pareja de la Guardia Civil, tómbolas, “vares de yerba”, diminutas cajas de sidra, con las botellas dentro —sorprendente—, la noria, la iluminación de la verbena... imagínense cuántas atracciones y romeros acuden a la Fiesta del Pueblo, pues, todo ello, configurado como una gran maqueta viviente, con un sinfín de figuras y elementos —nada, ni nadie falta—, expresando con inverosímil realidad lo que es la típica romería a la ermita, como ambiente religioso y su fiesta de prau, la parte lúdica, que celebra con alegría la gente del pueblo y romeros.

Como es natural, tuvo su autor, de ahí que el Museo lleve su nombre, Manuel Fernández, Manolito El Pegu, como a él le gusta que le llamen en memoria de su abuelo, precursor de la fiesta de El Carbayu, en Lugones.

Merece mención especial su colaborador Roberto Nicolás Alonso, maestro eléctrico, que fue quien llevó a cabo la importante función eléctrica.

Al verdadero y no lo suficientemente reconocido artista Manolito El Pegu, persona sencilla, modesta, no le mueve el protagonismo, pero sí debiera moverse la actitud de las autoridades competentes para catalogar su gran obra y correspondientemente incluirlo en la bibliografía de artistas asturianos. De igual modo referenciarla, como manifestaba más arriba, en los medios divulgativos del Principado donde se destacan las esencias de la Asturias Paraíso Natural.

Lamentar, asimismo, no disponer de un local de mayores dimensiones, de modo que exhibiera todo cuanto de arte y magnificencia contiene esta gran obra. Actualmente ocupa un lugar, propiedad de Manolito, que debiera ser ampliado poniendo el Ayuntamiento los medios necesarios.

Al Museo de Bellas Artes del Principado de Asturias, proponerle que se plantee dedicar una de sus luminosas y espaciosas salas para exponerla temporalmente y dar a conocer la impresionante obra que el artista Manolito El Pegu inmortalizó: La Romería y Fiesta de Prau.

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