Irritante violencias machista
El estado psicológico y espiritual de algunos hombres es deplorable. Los hay, y muchos, que se comportan sin ninguna empatía con las mujeres. Quizá un complejo de inferioridad, y el que las odien por necesitarlas (misoginia), hace que empleen sus "armas masculinas" para denigrar a la fémina (machismo). En infinidad de casos son síntomas de una psique enferma y calenturienta.
La igualdad legal entre hombres y mujeres en los años de democracia en España y los esfuerzos en campañas educativas no han conseguido llevar la sensatez a una sociedad en las que la cultura patriarcal machista, que en sus peores manifestaciones atenta contra la libertad y la vida de las mujeres, parece imposible de erradicar. Por hablar del último caso, que se sepa, ayer mismo en Aranda de Duero (Burgos), marca un terrible diente de sierra en una estadística que no se reduce por más reflexiones, llamamientos a la sociedad y acciones de repulsa que se hagan.
Al dolor de estas decenas de vidas arrebatadas en los últimos tiempos se suma la noticia, días atrás, del acoso sexual y violaciones de mujeres en los Sanfermines, otra expresión del machismo más recalcitrante. El acoso y la violencia sexual, ese no querer entender que "no es no", es por desgracia un hecho general y cotidiano, que destaca en este caso en Pamplona por la aglomeración festiva que se produce durante esas fechas, y que ha recibido la valiente y activa respuesta de mujeres de Navarra, con manifestaciones y actos de repulsa a los que por fortuna se han sumado muchos varones.
Cierto es que Caperucita nunca debió cruzar sola el bosque, pero ello no exime al lobo de su responsabilidad. En una sociedad psicológicamente sana, donde todos cuidasen de todos, daría igual que fuese mujer u hombre quien durmiese al raso o que el que se divierte en los Sanfermines fuese varón o hembra.
Que en el ya avanzado siglo XXI persistan estos posos culturales inadmisibles requiere, como se ha reclamado ya desde muchas instancias, una política de estado, legislativa, educativa y represora, que garantice a la mitad de la ciudadanía su derecho a la vida, la libertad y la dignidad personal.
Y mientras tanto, tolerancia cero para la violencia de género.
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