Conciencias inconscientes
Se dice que en España se vive bien. Y debe ser verdad, los españoles en general vivimos mejor que queremos. Dicen que será por el clima, a saber: ¿el de Almería o el de Langreo? Por la comida, por el paisaje o el paisanaje Debe ser un poco por todo, pero, si uno mira detenidamente lo que mejor sienta al cutis es la conciencia tranquila.
Ahí le duele. Los españoles tenemos la conciencia tranquila. La culpa es de los demás, siempre, faltaría más. De los políticos, del oro de Moscu, de la derecha, de la izquierda, de Venezuela, del FMI o de los extranjeros que nos tienen envidia o de los otros extranjeros que son inmigrantes. Dormimos tranquilos la siesta, a pierna suelta, porque nos importa un carajo la corrupción, las cuentas opacas, el fracaso escolar, la calidad de las televisiones percibimos las anomalías como algo normal, es decir, no las percibimos.
Un premio Nobel de los cincuenta sentenció: la felicidad no es más que una mala memoria y una buena salud. Pues eso. Memoria conciencia Si el chorizo es de nuestro pueblo, club o sindicato le aplaudimos, nunca se nos ocurre pensar, para qué, que lo que se pierde es de todos. Nos importa un pimiento el medio ambiente, si se arrasa el litoral, por qué año tras año se hace negocio con los incendios, ensuciamos donde vamos, nos tumbamos en la playa a ver la plaga de medusas que son culpa del ayuntamiento, o de los ecologistas Aquí los golfos se presentan a las elecciones y la gente les vota en masa, les hacen la ola, todos bailan la conga.
Lo único que nos moviliza son las fiestas, con o sin sangre, con o sin pólvora, con o sin santo y también que nuestro equipo gane, empate, suba o baje. Vivan las caenas, Que inventen ellos son las grandes aportaciones intelectuales de nuestra conciencia inerte. Gracias a ella vivimos mejor que nadie.
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